Como sera en su mente?
existire?
Como el aire que respira
como el techo del vecino ?
Como sera ?
Sera que el miedo aleja todo?
sera que que la vida
es como un tango ?
Existire hoy?
talvez mañana sea el dia !
Siempre hay un mañana para ser distinto
distinto el rincon en el que quedo;
distinto el olvido
distinto nada
viernes, 27 de diciembre de 2013
"¿ASÍ QUE QUIERES SER ESCRITOR?" de Charles Bukowski
Si no te sale ardiendo de dentro,
a pesar de todo,
no lo hagas.
A no ser que salga espontáneamente de tu corazón
y de tu mente y de tu boca
y de tus tripas,
no lo hagas.
Si tienes que sentarte durante horas
con la mirada fija en la pantalla del ordenador
ó clavado en tu máquina de escribir
buscando las palabras,
no lo hagas.
Si lo haces por dinero o fama,
no lo hagas.
Si lo haces porque quieres mujeres en tu cama,
no lo hagas.
Si tienes que sentarte
y reescribirlo una y otra vez,
no lo hagas.
Si te cansa sólo pensar en hacerlo,
no lo hagas.
Si estás intentando escribir
como cualquier otro, olvídalo.
Si tienes que esperar a que salga rugiendo de ti,
espera pacientemente.
Si nunca sale rugiendo de ti, haz otra cosa.
Si primero tienes que leerlo a tu esposa
ó a tu novia ó a tu novio
ó a tus padres ó a cualquiera,
no estás preparado.
No seas como tantos escritores,
no seas como tantos miles de
personas que se llaman a sí mismos escritores,
no seas soso y aburrido y pretencioso,
no te consumas en tu amor propio.
Las bibliotecas del mundo
bostezan hasta dormirse
con esa gente.
No seas uno de ellos.
No lo hagas.
A no ser que salga de tu alma
como un cohete,
a no ser que quedarte quieto
pudiera llevarte a la locura,
al suicidio o al asesinato,
no lo hagas.
A no ser que el sol dentro de ti
esté quemando tus tripas, no lo hagas.
Cuando sea verdaderamente el momento,
y si has sido elegido,
sucederá por sí solo y
seguirá sucediendo hasta que mueras
ó hasta que muera en ti.
No hay otro camino.
Y nunca lo hubo.
a pesar de todo,
no lo hagas.
A no ser que salga espontáneamente de tu corazón
y de tu mente y de tu boca
y de tus tripas,
no lo hagas.
Si tienes que sentarte durante horas
con la mirada fija en la pantalla del ordenador
ó clavado en tu máquina de escribir
buscando las palabras,
no lo hagas.
Si lo haces por dinero o fama,
no lo hagas.
Si lo haces porque quieres mujeres en tu cama,
no lo hagas.
Si tienes que sentarte
y reescribirlo una y otra vez,
no lo hagas.
Si te cansa sólo pensar en hacerlo,
no lo hagas.
Si estás intentando escribir
como cualquier otro, olvídalo.
Si tienes que esperar a que salga rugiendo de ti,
espera pacientemente.
Si nunca sale rugiendo de ti, haz otra cosa.
Si primero tienes que leerlo a tu esposa
ó a tu novia ó a tu novio
ó a tus padres ó a cualquiera,
no estás preparado.
No seas como tantos escritores,
no seas como tantos miles de
personas que se llaman a sí mismos escritores,
no seas soso y aburrido y pretencioso,
no te consumas en tu amor propio.
Las bibliotecas del mundo
bostezan hasta dormirse
con esa gente.
No seas uno de ellos.
No lo hagas.
A no ser que salga de tu alma
como un cohete,
a no ser que quedarte quieto
pudiera llevarte a la locura,
al suicidio o al asesinato,
no lo hagas.
A no ser que el sol dentro de ti
esté quemando tus tripas, no lo hagas.
Cuando sea verdaderamente el momento,
y si has sido elegido,
sucederá por sí solo y
seguirá sucediendo hasta que mueras
ó hasta que muera en ti.
No hay otro camino.
Y nunca lo hubo.
miércoles, 11 de diciembre de 2013
Mortal y fatal
Cuerpo mortal ,
fatal conjuro.
Tuyo el embrujo , el hechizo
Sonrisa fatal,
mortal aviso
tuyo el conjuro , el hechizo
Mio el desamparo ,
el hastío
¿Como soñar con amor ,
con alegría ?
Cuando el día de hoy
puede ser perdido y duro
Total mañana puede ser peor
puro dolor ,puro hastío
y ser perfecto
Mente fatal
trampa mortal
Como evitar el desafío?
Cuerpo mortal ,
fatal conjuro.
Tuyo el embrujo , el hechizo
Sonrisa fatal,
mortal aviso
tuyo el conjuro , el hechizo
Mio el desamparo ,
el hastío
¿Como soñar con amor ,
con alegría ?
Cuando el día de hoy
puede ser perdido y duro
Total mañana puede ser peor
puro dolor ,puro hastío
y ser perfecto
Mente fatal
trampa mortal
Como evitar el desafío?
TODO (Charles Bukowsk)
Los muertos no necesitan
aspirina o
tristeza
supongo;
pero quizás necesitan
lluvia.
Zapatos no,
pero un lugar donde
caminar.
Cigarrillos no,
nos dicen,
pero un lugar donde
arder.
O nos dicen:
espacio y un lugar para
volar,
da
igual.
Los muertos no me
necesitan.
Ni los
vivos.
Pero quizás los muertos se necesitan
unos a
otros.
En realidad, quizás necesitan
todo lo que nosotros
necesitamos
y
necesitamos tanto.
Si sólo supieramos
que
es.
Probablemente
es
todo
y probablemente
todos nosotros moriremos
tratando de
conseguirlo
o moriremos
porque no
lo
conseguimos.
Espero que
cuando yo este muerto
comprendais
que conseguí
tanto
como
pude.
Los muertos no necesitan
aspirina o
tristeza
supongo;
pero quizás necesitan
lluvia.
Zapatos no,
pero un lugar donde
caminar.
Cigarrillos no,
nos dicen,
pero un lugar donde
arder.
O nos dicen:
espacio y un lugar para
volar,
da
igual.
Los muertos no me
necesitan.
Ni los
vivos.
Pero quizás los muertos se necesitan
unos a
otros.
En realidad, quizás necesitan
todo lo que nosotros
necesitamos
y
necesitamos tanto.
Si sólo supieramos
que
es.
Probablemente
es
todo
y probablemente
todos nosotros moriremos
tratando de
conseguirlo
o moriremos
porque no
lo
conseguimos.
Espero que
cuando yo este muerto
comprendais
que conseguí
tanto
como
pude.
martes, 5 de noviembre de 2013
Dar es dar Fito Paez
Dar es dar
y no fijarme en ella
y su manera de actuar.
Dar es dar
y no decirle a nadie
si quedarse o escapar.
Cuando el mundo te pregunta
del por qué, por qué, por qué, por qué,
por qué das vueltas la rueda.
Por qué no te detenés,
yo te digo que dar es dar.
Dar es dar
y no marcar las cartas, simplemente dar
dar es dar y no explicarle a nadie,
no hay nadie que explicar.
Hoy los tiempos van a mil
y tu extraño corazón ya no capta como
antes las pulsiones del amor.
Yo te digo que dar es dar,
dar y amar.
Mirá nene, hacelo fácil dar es dar.
Dar lo que tengo todo me da
no cuento el vuelto, siempre es de más
dar es dar,
es solamente una manera de andar.
Dar es dar, lo que recibes
es también libertad.
Cuando estoy perdido un poco loco por
ahí, siempre hay alguien con tus ojos,
esperándome hasta el fin
porque dar es dar, dar y amar.
Gracias nena por tu vida una vez más,
dar es dar,
dar lo que tengo todo me da,
no cuento el vuelto, siempre es de más,
estar de menos o estar de más,
cielo o infierno, lo mismo, lo mismo da,
Dar es dar, dar es dar,
es encontrar en alguien
lo que nunca encontrás.
Dar es dar
y no fijarme en ella
y su manera de actuar.
Dar es dar
y no decirle a nadie
si quedarse o escapar.
Cuando el mundo te pregunta
del por qué, por qué, por qué, por qué,
por qué das vueltas la rueda.
Por qué no te detenés,
yo te digo que dar es dar.
Dar es dar
y no marcar las cartas, simplemente dar
dar es dar y no explicarle a nadie,
no hay nadie que explicar.
Hoy los tiempos van a mil
y tu extraño corazón ya no capta como
antes las pulsiones del amor.
Yo te digo que dar es dar,
dar y amar.
Mirá nene, hacelo fácil dar es dar.
Dar lo que tengo todo me da
no cuento el vuelto, siempre es de más
dar es dar,
es solamente una manera de andar.
Dar es dar, lo que recibes
es también libertad.
Cuando estoy perdido un poco loco por
ahí, siempre hay alguien con tus ojos,
esperándome hasta el fin
porque dar es dar, dar y amar.
Gracias nena por tu vida una vez más,
dar es dar,
dar lo que tengo todo me da,
no cuento el vuelto, siempre es de más,
estar de menos o estar de más,
cielo o infierno, lo mismo, lo mismo da,
Dar es dar, dar es dar,
es encontrar en alguien
lo que nunca encontrás.
miércoles, 30 de octubre de 2013
tigre solitario en la estepa
leon al acecho en la sabana
aguila vigilante en el viento.
Lobo solitario
La sangre de las victimas,
el dolor de la mente.
Las heridas del amor
nada , nada nada
saca esta puta marca de mi frente
lobo solitario en la ciudad
gato aullador enlos tejados
hambre de carne
hambre de huesos , hambre de mujer
hambre ....pero no de cualquiera
leon al acecho en la sabana
aguila vigilante en el viento.
Lobo solitario
La sangre de las victimas,
el dolor de la mente.
Las heridas del amor
nada , nada nada
saca esta puta marca de mi frente
lobo solitario en la ciudad
gato aullador enlos tejados
hambre de carne
hambre de huesos , hambre de mujer
hambre ....pero no de cualquiera
martes, 15 de octubre de 2013
Vivir puede ser complicado. Si solo nos limitamos a dejar que pase.
Pasen las horas , pasa la vida ; pasan los años ; pasan pesados
pasa el amor y no lo disfrutamos
Y si se pudiera vivir con alguien ? las horas, los años, los amores,los aciertos
los errores
Todo puede ser una historia memorable y un poco menos miserable
hay que inventar la oportunidad para que suceda
Convivir con amor , con el amor
convivir con alegría el día de hoy
total mañana con vos podría ser mejor!
Podría ser perfecto!
Te amo a vos , cando te veo , te escucho y te siento
Entonces reviven paraísos que creía perdidos
viernes, 4 de octubre de 2013
angustias por mil dudas
por la economia
por la velocidad
por siacaso
angustias verdaderas
todas
Pero ninguna como esa ,
la que continuamente me pregunta
"¿Que paso con mi musa?"
¿Sera como la canción de Serrat?
"es que las musas
se han volao de aqui!
Estaran
de vacaciones ? "
Jeje ..... no es facil escribir aunque sea una tontera
por la economia
por la velocidad
por siacaso
angustias verdaderas
todas
Pero ninguna como esa ,
la que continuamente me pregunta
"¿Que paso con mi musa?"
¿Sera como la canción de Serrat?
"es que las musas
se han volao de aqui!
Estaran
de vacaciones ? "
Jeje ..... no es facil escribir aunque sea una tontera
En el año 1971 creo , ya no recuerdo como , me entere que mi primo (profesorde ingels en la univ) tenia este cuento como parte del kit de seduccion de estudantes !
Flor de lio tuvo !
El ruiseñor y la rosa
Oscar Wilde
—ELLA ME PROMET IÓ que bailaría conmigo si le llevaba rosas rojas —murmuró
el Estudiante—; pero en todo el jardín no queda ni una sola rosa roja.
El Ruiseñor le estaba escuchando desde su nido en la encina, y lo miraba a
través de las hojas; al oír esto último, se sintió asombrado.
—¡Ni una sola rosa roja en todo el jardín! —repitió el Estudiante con sus ojos
llenos de lágrimas—. ¡Ay, es que la felicidad depende hasta de cosas tan
pequeñas! Ya he estudiado todo lo que los sabios han escrito, conozco los
secretos de la filosofía y sin embargo, soy desdichado por no tener una rosa roja.
—Por fin tenemos aquí a un enamorado auténtico —se dijo el ruiseñor—. He
estado cantándole noche tras noche, aunque no lo conozco; y noche tras noche le
he contado su historia a las estrellas; y por fin lo veo ahora. Su cabello es oscuro
como la flor del jacinto, y sus labios son tan rojos como la rosa que desea; pero la
pasión ha hecho palidecer su rostro hasta dejarlo del color del marfil, y la
tristeza ya le puso su marca en la frente.
—El Príncipe da el baile mañana por la noche —seguía quejándose el
Estudiante—, y allí estará mi amada. Si le llevo una rosa roja bailará conmigo
hasta el amanecer. Si le llevo una rosa roja la estrecharé entre mis brazos, y ella
apoyará su cabeza sobre mi hombro, y apoyará su mano en la mía. Pero como
no hay ni una sola rosa roja en mi jardín, tendré que sentarme solo, y ella
pasará bailando delante mío, sin siquiera mirarme y se me romperá el corazón.
—Este sí que es un auténtico enamorado verdadero —seguía pensando el
Ruiseñor—. Yo canto y él sufre; lo que para mí es alegría, para él es dolor. No
cabe duda que el amor es una cosa admirable, más preciosa que las esmeraldas
y más rara que los ópalos blancos. Ni con perlas ni con ungüentos se lo puede
comprar, porque no se vende en los mercados. No se puede adquirir en el
comercio ni pesar en las balanzas del oro.
—Los músicos estarán sentados en su estrado —decía el Estudiante—, y
harán surgir la música de sus instrumentos, y mi amada bailará al son del arpa
y el violín. Ella bailará tan levemente, que sus pies casi no tocarán el suelo, y los
cortesanos, con sus trajes fastuosos, formarán corro en torno suyo para
admirarla. Pero conmigo no bailará, porque no tengo una rosa roja para darle.
Y se arrojó sobre la hierba, y ocultando su rostro entre las manos, se puso a
llorar amargamente.
—¿Por qué está llorando? —preguntó una lagartija verde que pasaba frente
a él con la cola al aire.
—¿Sí, por qué? —murmuraba una margarita a su vecina, con voz dulce y
tenue.
—Está llorando por una rosa roja —explicó el Ruiseñor.
—¿Por una rosa roja? —exclamaron las otras en coro. ¡Qué ridiculez!
La lagartija, que era un poco cínica, se puso a reír a carcajadas. Sólo el
Ruiseñor comprendía el secreto de la pena del Estudiante y, posado
silenciosamente en la encina, meditaba sobre el misterio del amor.
Por último, desplegó sus alas oscuras y se elevó en el aire. Cruzó como una
sombra a través de la avenida, y como una sombra se deslizó por el jardín.
En medio del prado había un magnífico rosal, y el Ruiseñor voló hasta
posársele en una de sus ramas.
—Necesito una rosa roja —le dijo. Dámela y yo te cantaré mi canción más
dulce.
Pero el rosal negó sacudiendo su ramaje.
—Mis rosas son blancas —le contestó—, como la espuma del mar y más
blancas que la nieve de la montaña. Pero ve donde mi hermana que crece al
lado del viejo reloj de sol, y puede ser que ella te proporcione la flor que
necesitas.
El Ruiseñor voló hacia el gran rosal que crecía junto al viejo reloj de sol.
—Dame una rosa roja —le dijo—, y te cantaré mi canción más dulce.
Pero el rosal negó sacudiendo su follaje.
—Mis rosas son amarillas —contestó—, tan amarillas como el cabello de la
sirena que se sienta en un trono de ámbar, y más amarillas que el Narciso que
florece en el prado. Pero anda a ver a mi hermano, que crece al pie de la
ventana del Estudiante, y quizás él pueda darte la flor que necesitas.
El Ruiseñor voló entonces hasta el viejo rosal que crecía al pie de la ventana
del Estudiante.
—Dame una rosa roja —le dijo—, y yo te cantaré mi canción más dulce.
Pero el rosal negó sacudiendo su follaje.
—Rojas son, en efecto, mis rosas —contestó—; tan rojas como las patas de
las palomas, y más rojas que los abanicos de coral que relumbran en las
cavernas del océano. Pero el invierno heló mis venas, y la escarcha marchitó
mis capullos, y la tormenta rompió mis ramas y durante todo este año no
tendré rosas rojas.
—Una rosa roja es todo lo que necesito —exclamó el Ruiseñor—; ¡sólo una
rosa roja! ¿No hay manera alguna de que la pueda obtener?
—Hay una manera —contestó el rosal—, pero es tan terrible que no me
atrevo a decírtela.
—Dímela —repuso el Ruiseñor—. Yo no me asustaré.
—Si quieres una rosa roja —dijo el rosal—, tienes que construirla con tu
música, a la luz de la luna, y teñirla con la sangre de tu corazón. Debes cantar
con tu pecho apoyado sobre una de mis espinas. Debes cantar toda la noche,
hasta que la espina atraviese tu corazón y la sangre de tu vida fluirá en mis
venas y se hará mía...
—La propia muerte es un precio muy alto por una rosa roja —murmuró el
Ruiseñor—, y la vida es dulce para todos. Es agradable detenerse en el bosque
verde y ver al sol viajando en su carroza de oro y a la luna en su carroza de
perlas. Es muy dulce el aroma del espino, y también son dulces las campanillas
azules que crecen en el valle y los brezos que florecen en el collado. Sin
embargo, el Amor es mejor que la vida, y, por último, ¿qué es el corazón de un
ruiseñor comparado con el corazón de un hombre enamorado?
Y, desplegando sus alas oscuras, el ruiseñor se elevó en el aire, cruzó por el
jardín como una sombra, y como una sombra se deslizó a través de la avenida.
El Estudiante seguía echado en la hierba, como lo había dejado; y las
lágrimas no se secaban en sus anchos ojos.
—¡Alégrate! —le gritó el Ruiseñor—. ¡Siéntete dichoso, porque tendrás tu
rosa roja! Yo la construiré con mi música, a la luz de la luna, y la teñiré con la
sangre de mi corazón. Lo único que pido en cambio, es que seas un verdadero
amante, porque el Amor es más sabio que la Filosofía, por muy sabia que ésta
sea, y es más poderoso que la Fuerza, por muy fuerte que ella sea. Las alas del
Amor son llamas de mil tonalidades, y su cuerpo es del color del fuego. Sus
labios son dulces como la miel, y su aliento es como la mirra silvestre.
El Estudiante levantó la vista de la hierba y escuchó, pero no comprendió lo
que decía el Ruiseñor, porque él sólo podía entender lo que estaba escrito en los
libros.
En cambio, la encina comprendió y se puso a balancear muy tristemente,
porque sentía un hondo cariño por el pequeño Ruiseñor que había construido el
nido en sus ramajes.
—Cántame, por favor, una última canción —le susurró la encina—, porque
voy a sentirme muy sola cuando te hayas ido.
Y el Ruiseñor cantó para la encina, y su voz era como el agua que cae de una
jarra de plata.
Cuando terminó la canción del Ruiseñor, se levantó el Estudiante y sacó del
bolsillo un cuadernito y un lápiz.
—He de admitir que ese pájaro tiene estilo —se dijo a sí mismo caminando
por la alameda—, eso no puede negarse; pero ¿acaso siente lo que canta? Temo
que no, debe ser como tantos artistas, puro estilo y nada de sinceridad. Jamás
se sacrificaría por alguien, piensa solamente en música y ya se sabe que el arte
es egoísta. Sin embargo, debo reconocer que su voz da notas muy bellas.
¡Lástima que no signifiquen nada, o que no signifiquen nada importante para
nadie!
Luego entró en su alcoba, y, echándose sobre su cama, comenzó de nuevo a
pensar en su amor. Después de unos momentos se quedó dormido.
Cuando la luna alumbró en los cielos, el Ruiseñor voló hacia el rosal, y apoyó
su pecho sobre la mayor de las espinas. Toda la noche estuvo cantando con el
pecho contra la espina, y la luna fría y cristalina se inclinó para escuchar. Toda
la noche estuvo cantando así apoyado, y la espina se hundía más y más en su
carne y la sangre de su vida se derramaba en el rosal.
Cantó primero al nacimiento del Amor en el corazón de los adolescentes.
Entonces, en la rama más alta del rosal floreció una rosa maravillosa, pétalo tras
pétalo como canción tras canción. Al principio era pálida, como la niebla que
flota sobre el río; pálida como los pies de la mañana y plateada como las alas de
la aurora. La rosa que floreció en la rama más alta del rosal era como el reflejo
de una rosa en un cáliz de plata, era como el reflejo de una rosa en espejo de
agua.
El rosal le gritó al Ruiseñor para que apretara más su pecho contra la espina.
—¡Aprétate más, pequeño Ruiseñor —gritó el rosal—, o el día llegará antes
de haber terminado de fabricar la rosa!
Y el Ruiseñor se apretó más contra la espina, y más y más creció su canto
porque ahora cantaba el nacimiento de la pasión en el alma de un joven y de
una virgen.
Y un delicado rubor comenzó a cubrir las hojas de la rosa, como el rubor que
cubre las mejillas del novio cuando besa los labios de su prometida.
Pero la espina no llegaba todavía al corazón del corazón, y el corazón de la
rosa permanecía blanco, porque sólo la sangre de un ruiseñor puede enrojecer
el corazón de una rosa.
Y el rosal le gritó al Ruiseñor para que se apretara más aún contra la espina.
—¡Aprétate más, pequeño Ruiseñor —gritó el rosal—, o llegará el día antes
de haber terminado de fabricar la rosa!
Y el Ruiseñor se apretó más aún contra la espina, y la espina al fin le alcanzó
el corazón. Un terrible dolor lo traspasó. Más y más amargo era el dolor, y más
y más impetuosa se hacía su canción, porque ahora cantaba el Amor sublimado
por la muerte, el Amor que no puede aprisionar la tumba.
Y la rosa del rosal se puso camersí como la rosa del cielo del Oriente. Su
corona de pétalos era púrpura como es purpúreo el corazón de un rubí.
La voz del Ruiseñor ya desmayaba, sus alitas comenzaron a agitarse, y una
nube le cayó sobre sus ojos. Su canto desmayaba más y más, y sentía que algo
le obstruía la garganta.
Entonces tuvo una última explosión de música. Al oírla la luna blanca se
olvidó del alba y se demoró en el horizonte. Al oírla la rosa roja tembló de
éxtasis y abrió sus pétalos al frescor de la mañana. El eco llevó la canción a la
caverna de las montañas, y despertó a los pastores dormidos. Luego navegó
entre los juncos del río que llevaron el mensaje hasta el mar.
—¡Mira, mira —gritó el rosal—, la rosa ya está terminada!
Pero el Ruiseñor no contestó, porque estaba muerto con la espina clavada en
su corazón.
Ya era eso del mediodía cuando despertó el Estudiante; abrió la ventana y miró
hacia afuera.
—¡Caramba, qué maravillosa visión! —exclamó—. ¡Una rosa roja! En mi vida
he visto una rosa semejante. Es tan hermosa que estoy seguro que tiene un
nombre muy largo en latín.
Se inclinó por el balcón y la cortó.
En seguida se caló el sombrero, y con la rosa en la mano, corrió a la casa del
profesor.
La hija del profesor estaba sentada cerca de la puerta, devanando una
madeja de seda azul, con su perrito a los pies.
—Dijiste que bailarías conmigo si te traía una rosa roja —exclamó el
Estudiante—. Aquí tienes la rosa más roja de todo el mundo. Esta noche la
prenderás sobre tu corazón y como bailaremos juntos podré decirte cuánto te
amo.
Pero la jovencita frunció el ceño.
—Me temo que no va a hacer juego con mi vestido nuevo —repuso—, Y,
además el sobrino del Chambelán me envió unas joyas de verdad, y todo el
mundo sabe que las joyas son más caras que las flores.
—Eres una ingrata incorregible —dijo agriamente el Estudiante, y tiró con
ira la rosa al arroyo donde un carro la aplastó al pasar.
—¿Ingrata? —dijo la muchacha—. Yo te digo que eres un grosero. ¿Qué eres
tú, después de todo? Sólo un estudiante, y ni siquiera creo que lleves hebillas de
plata en los zapatos, como lo hace el sobrino del Chambelán.
Y muy altanera se metió en su casa.
—¡Qué cosa más estúpida es el Amor! —se dijo el Estudiante mientras
caminaba—. No es ni la mitad de útil que la Lógica, porque no demuestra nada y
le habla a uno siempre de cosas que no suceden nunca, y hace creer verdades
que no son ciertas. En realidad no es nada práctico, y como en estos tiempos ser
práctico es serlo todo, volveré a la Filosofía y al estudio de la Metafísica.
Y al llegar a su casa, abrió un libro lleno de polvo, y se puso a leer.
LibreríaHispana
Flor de lio tuvo !
El ruiseñor y la rosa
Oscar Wilde
—ELLA ME PROMET IÓ que bailaría conmigo si le llevaba rosas rojas —murmuró
el Estudiante—; pero en todo el jardín no queda ni una sola rosa roja.
El Ruiseñor le estaba escuchando desde su nido en la encina, y lo miraba a
través de las hojas; al oír esto último, se sintió asombrado.
—¡Ni una sola rosa roja en todo el jardín! —repitió el Estudiante con sus ojos
llenos de lágrimas—. ¡Ay, es que la felicidad depende hasta de cosas tan
pequeñas! Ya he estudiado todo lo que los sabios han escrito, conozco los
secretos de la filosofía y sin embargo, soy desdichado por no tener una rosa roja.
—Por fin tenemos aquí a un enamorado auténtico —se dijo el ruiseñor—. He
estado cantándole noche tras noche, aunque no lo conozco; y noche tras noche le
he contado su historia a las estrellas; y por fin lo veo ahora. Su cabello es oscuro
como la flor del jacinto, y sus labios son tan rojos como la rosa que desea; pero la
pasión ha hecho palidecer su rostro hasta dejarlo del color del marfil, y la
tristeza ya le puso su marca en la frente.
—El Príncipe da el baile mañana por la noche —seguía quejándose el
Estudiante—, y allí estará mi amada. Si le llevo una rosa roja bailará conmigo
hasta el amanecer. Si le llevo una rosa roja la estrecharé entre mis brazos, y ella
apoyará su cabeza sobre mi hombro, y apoyará su mano en la mía. Pero como
no hay ni una sola rosa roja en mi jardín, tendré que sentarme solo, y ella
pasará bailando delante mío, sin siquiera mirarme y se me romperá el corazón.
—Este sí que es un auténtico enamorado verdadero —seguía pensando el
Ruiseñor—. Yo canto y él sufre; lo que para mí es alegría, para él es dolor. No
cabe duda que el amor es una cosa admirable, más preciosa que las esmeraldas
y más rara que los ópalos blancos. Ni con perlas ni con ungüentos se lo puede
comprar, porque no se vende en los mercados. No se puede adquirir en el
comercio ni pesar en las balanzas del oro.
—Los músicos estarán sentados en su estrado —decía el Estudiante—, y
harán surgir la música de sus instrumentos, y mi amada bailará al son del arpa
y el violín. Ella bailará tan levemente, que sus pies casi no tocarán el suelo, y los
cortesanos, con sus trajes fastuosos, formarán corro en torno suyo para
admirarla. Pero conmigo no bailará, porque no tengo una rosa roja para darle.
Y se arrojó sobre la hierba, y ocultando su rostro entre las manos, se puso a
llorar amargamente.
—¿Por qué está llorando? —preguntó una lagartija verde que pasaba frente
a él con la cola al aire.
—¿Sí, por qué? —murmuraba una margarita a su vecina, con voz dulce y
tenue.
—Está llorando por una rosa roja —explicó el Ruiseñor.
—¿Por una rosa roja? —exclamaron las otras en coro. ¡Qué ridiculez!
La lagartija, que era un poco cínica, se puso a reír a carcajadas. Sólo el
Ruiseñor comprendía el secreto de la pena del Estudiante y, posado
silenciosamente en la encina, meditaba sobre el misterio del amor.
Por último, desplegó sus alas oscuras y se elevó en el aire. Cruzó como una
sombra a través de la avenida, y como una sombra se deslizó por el jardín.
En medio del prado había un magnífico rosal, y el Ruiseñor voló hasta
posársele en una de sus ramas.
—Necesito una rosa roja —le dijo. Dámela y yo te cantaré mi canción más
dulce.
Pero el rosal negó sacudiendo su ramaje.
—Mis rosas son blancas —le contestó—, como la espuma del mar y más
blancas que la nieve de la montaña. Pero ve donde mi hermana que crece al
lado del viejo reloj de sol, y puede ser que ella te proporcione la flor que
necesitas.
El Ruiseñor voló hacia el gran rosal que crecía junto al viejo reloj de sol.
—Dame una rosa roja —le dijo—, y te cantaré mi canción más dulce.
Pero el rosal negó sacudiendo su follaje.
—Mis rosas son amarillas —contestó—, tan amarillas como el cabello de la
sirena que se sienta en un trono de ámbar, y más amarillas que el Narciso que
florece en el prado. Pero anda a ver a mi hermano, que crece al pie de la
ventana del Estudiante, y quizás él pueda darte la flor que necesitas.
El Ruiseñor voló entonces hasta el viejo rosal que crecía al pie de la ventana
del Estudiante.
—Dame una rosa roja —le dijo—, y yo te cantaré mi canción más dulce.
Pero el rosal negó sacudiendo su follaje.
—Rojas son, en efecto, mis rosas —contestó—; tan rojas como las patas de
las palomas, y más rojas que los abanicos de coral que relumbran en las
cavernas del océano. Pero el invierno heló mis venas, y la escarcha marchitó
mis capullos, y la tormenta rompió mis ramas y durante todo este año no
tendré rosas rojas.
—Una rosa roja es todo lo que necesito —exclamó el Ruiseñor—; ¡sólo una
rosa roja! ¿No hay manera alguna de que la pueda obtener?
—Hay una manera —contestó el rosal—, pero es tan terrible que no me
atrevo a decírtela.
—Dímela —repuso el Ruiseñor—. Yo no me asustaré.
—Si quieres una rosa roja —dijo el rosal—, tienes que construirla con tu
música, a la luz de la luna, y teñirla con la sangre de tu corazón. Debes cantar
con tu pecho apoyado sobre una de mis espinas. Debes cantar toda la noche,
hasta que la espina atraviese tu corazón y la sangre de tu vida fluirá en mis
venas y se hará mía...
—La propia muerte es un precio muy alto por una rosa roja —murmuró el
Ruiseñor—, y la vida es dulce para todos. Es agradable detenerse en el bosque
verde y ver al sol viajando en su carroza de oro y a la luna en su carroza de
perlas. Es muy dulce el aroma del espino, y también son dulces las campanillas
azules que crecen en el valle y los brezos que florecen en el collado. Sin
embargo, el Amor es mejor que la vida, y, por último, ¿qué es el corazón de un
ruiseñor comparado con el corazón de un hombre enamorado?
Y, desplegando sus alas oscuras, el ruiseñor se elevó en el aire, cruzó por el
jardín como una sombra, y como una sombra se deslizó a través de la avenida.
El Estudiante seguía echado en la hierba, como lo había dejado; y las
lágrimas no se secaban en sus anchos ojos.
—¡Alégrate! —le gritó el Ruiseñor—. ¡Siéntete dichoso, porque tendrás tu
rosa roja! Yo la construiré con mi música, a la luz de la luna, y la teñiré con la
sangre de mi corazón. Lo único que pido en cambio, es que seas un verdadero
amante, porque el Amor es más sabio que la Filosofía, por muy sabia que ésta
sea, y es más poderoso que la Fuerza, por muy fuerte que ella sea. Las alas del
Amor son llamas de mil tonalidades, y su cuerpo es del color del fuego. Sus
labios son dulces como la miel, y su aliento es como la mirra silvestre.
El Estudiante levantó la vista de la hierba y escuchó, pero no comprendió lo
que decía el Ruiseñor, porque él sólo podía entender lo que estaba escrito en los
libros.
En cambio, la encina comprendió y se puso a balancear muy tristemente,
porque sentía un hondo cariño por el pequeño Ruiseñor que había construido el
nido en sus ramajes.
—Cántame, por favor, una última canción —le susurró la encina—, porque
voy a sentirme muy sola cuando te hayas ido.
Y el Ruiseñor cantó para la encina, y su voz era como el agua que cae de una
jarra de plata.
Cuando terminó la canción del Ruiseñor, se levantó el Estudiante y sacó del
bolsillo un cuadernito y un lápiz.
—He de admitir que ese pájaro tiene estilo —se dijo a sí mismo caminando
por la alameda—, eso no puede negarse; pero ¿acaso siente lo que canta? Temo
que no, debe ser como tantos artistas, puro estilo y nada de sinceridad. Jamás
se sacrificaría por alguien, piensa solamente en música y ya se sabe que el arte
es egoísta. Sin embargo, debo reconocer que su voz da notas muy bellas.
¡Lástima que no signifiquen nada, o que no signifiquen nada importante para
nadie!
Luego entró en su alcoba, y, echándose sobre su cama, comenzó de nuevo a
pensar en su amor. Después de unos momentos se quedó dormido.
Cuando la luna alumbró en los cielos, el Ruiseñor voló hacia el rosal, y apoyó
su pecho sobre la mayor de las espinas. Toda la noche estuvo cantando con el
pecho contra la espina, y la luna fría y cristalina se inclinó para escuchar. Toda
la noche estuvo cantando así apoyado, y la espina se hundía más y más en su
carne y la sangre de su vida se derramaba en el rosal.
Cantó primero al nacimiento del Amor en el corazón de los adolescentes.
Entonces, en la rama más alta del rosal floreció una rosa maravillosa, pétalo tras
pétalo como canción tras canción. Al principio era pálida, como la niebla que
flota sobre el río; pálida como los pies de la mañana y plateada como las alas de
la aurora. La rosa que floreció en la rama más alta del rosal era como el reflejo
de una rosa en un cáliz de plata, era como el reflejo de una rosa en espejo de
agua.
El rosal le gritó al Ruiseñor para que apretara más su pecho contra la espina.
—¡Aprétate más, pequeño Ruiseñor —gritó el rosal—, o el día llegará antes
de haber terminado de fabricar la rosa!
Y el Ruiseñor se apretó más contra la espina, y más y más creció su canto
porque ahora cantaba el nacimiento de la pasión en el alma de un joven y de
una virgen.
Y un delicado rubor comenzó a cubrir las hojas de la rosa, como el rubor que
cubre las mejillas del novio cuando besa los labios de su prometida.
Pero la espina no llegaba todavía al corazón del corazón, y el corazón de la
rosa permanecía blanco, porque sólo la sangre de un ruiseñor puede enrojecer
el corazón de una rosa.
Y el rosal le gritó al Ruiseñor para que se apretara más aún contra la espina.
—¡Aprétate más, pequeño Ruiseñor —gritó el rosal—, o llegará el día antes
de haber terminado de fabricar la rosa!
Y el Ruiseñor se apretó más aún contra la espina, y la espina al fin le alcanzó
el corazón. Un terrible dolor lo traspasó. Más y más amargo era el dolor, y más
y más impetuosa se hacía su canción, porque ahora cantaba el Amor sublimado
por la muerte, el Amor que no puede aprisionar la tumba.
Y la rosa del rosal se puso camersí como la rosa del cielo del Oriente. Su
corona de pétalos era púrpura como es purpúreo el corazón de un rubí.
La voz del Ruiseñor ya desmayaba, sus alitas comenzaron a agitarse, y una
nube le cayó sobre sus ojos. Su canto desmayaba más y más, y sentía que algo
le obstruía la garganta.
Entonces tuvo una última explosión de música. Al oírla la luna blanca se
olvidó del alba y se demoró en el horizonte. Al oírla la rosa roja tembló de
éxtasis y abrió sus pétalos al frescor de la mañana. El eco llevó la canción a la
caverna de las montañas, y despertó a los pastores dormidos. Luego navegó
entre los juncos del río que llevaron el mensaje hasta el mar.
—¡Mira, mira —gritó el rosal—, la rosa ya está terminada!
Pero el Ruiseñor no contestó, porque estaba muerto con la espina clavada en
su corazón.
Ya era eso del mediodía cuando despertó el Estudiante; abrió la ventana y miró
hacia afuera.
—¡Caramba, qué maravillosa visión! —exclamó—. ¡Una rosa roja! En mi vida
he visto una rosa semejante. Es tan hermosa que estoy seguro que tiene un
nombre muy largo en latín.
Se inclinó por el balcón y la cortó.
En seguida se caló el sombrero, y con la rosa en la mano, corrió a la casa del
profesor.
La hija del profesor estaba sentada cerca de la puerta, devanando una
madeja de seda azul, con su perrito a los pies.
—Dijiste que bailarías conmigo si te traía una rosa roja —exclamó el
Estudiante—. Aquí tienes la rosa más roja de todo el mundo. Esta noche la
prenderás sobre tu corazón y como bailaremos juntos podré decirte cuánto te
amo.
Pero la jovencita frunció el ceño.
—Me temo que no va a hacer juego con mi vestido nuevo —repuso—, Y,
además el sobrino del Chambelán me envió unas joyas de verdad, y todo el
mundo sabe que las joyas son más caras que las flores.
—Eres una ingrata incorregible —dijo agriamente el Estudiante, y tiró con
ira la rosa al arroyo donde un carro la aplastó al pasar.
—¿Ingrata? —dijo la muchacha—. Yo te digo que eres un grosero. ¿Qué eres
tú, después de todo? Sólo un estudiante, y ni siquiera creo que lleves hebillas de
plata en los zapatos, como lo hace el sobrino del Chambelán.
Y muy altanera se metió en su casa.
—¡Qué cosa más estúpida es el Amor! —se dijo el Estudiante mientras
caminaba—. No es ni la mitad de útil que la Lógica, porque no demuestra nada y
le habla a uno siempre de cosas que no suceden nunca, y hace creer verdades
que no son ciertas. En realidad no es nada práctico, y como en estos tiempos ser
práctico es serlo todo, volveré a la Filosofía y al estudio de la Metafísica.
Y al llegar a su casa, abrió un libro lleno de polvo, y se puso a leer.
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Este cuento lo leí a los 14. Recuerdo mi sensacion de haber leido algo bello y triste , una cortita desilusión paseo por mi corazón
El amigo fiel
[Cuento. Texto completo.]
Oscar Wilde
Una mañana, la vieja Rata de Agua sacó la cabeza fuera de su madriguera. Tenía los ojos
claros, parecidos a dos gotas brillantes, unos bigotes grises muy tiesos y una cola larga, que
parecía una larga cinta elástica negra. Los patitos nadaban en el estanque, como si fueran una
bandada de canarios amarillos, y su madre, que tenía el plumaje blanquísimo y las patas
realmente rojas, trataba de enseñarles a mantener la cabeza bajo el agua.
-Nunca podréis codearos con la alta sociedad, a menos que aprendáis a manteneros bajo el
agua -les repetía machaconamente, mostrándoles de vez en cuando cómo se hacía.
Pero los patitos no prestaban atención; eran tan pequeños que no entendían las ventajas de
pertenecer a la sociedad.
-¡Qué chiquillos más desobedientes! -gritó la vieja Rata de Agua-. Realmente merecen ser
ahogados.
-¡Qué cosas dice usted! -respondió la Pata-. Nadie nace enseñado y a los padres no nos
queda más remedio que tener paciencia.
-¡Ay! No sé nada de los sentimientos de los padres -dijo la Rata de Agua-. No soy madre de
familia; en realidad nunca me he casado, ni tengo intención de hacerlo. El amor está bien,
dentro de lo que cabe, pero la amistad es un sentimiento mucho más elevado. La verdad es
que no creo que haya nada en el mundo más noble ni más raro que una amistad verdadera.
-Y dígame usted, por favor, ¿cuáles son, a su juicio, los deberes de un amigo fiel? -le
preguntó un Pinzón Verde, que estaba posado encima de un sauce llorón muy cerca de allí, y
que había oído la conversación.
-Sí, eso es justamente lo que yo quisiera saber -dijo la Pata mientras se alejaba nadando hasta
la otra orilla del estanque y allí metía la cabeza en el agua, para dar buen ejemplo a sus
pequeños.
-¡Qué pregunta más tonta! -exclamó la Rata de Agua-. Qué duda cabe de que, si un amigo
mío es fiel, es porque me es fiel a mí.
-¿Y usted qué haría a cambio? -preguntó el pajarillo, que se columpiaba sobre una rama
plateada batiendo sus diminutas alas.
-No te entiendo -le contestó la Rata de Agua.
-Deje que te cuente un cuento sobre eso -dijo el Pnzón.
-¿Es un cuento sobre mí? -preguntó la Rata de Agua- Porque, si lo es, estoy dispuesta a
escucharlo. Me encantan los cuentos.
-Se le podría aplicar -contestó el Pinzón.
Y bajó volando del árbol y, posándose a la orilla del estanque, empezó a contar el cuento del
Amigo Fiel.
-Erase una vez -comenzó a decir el Pinzón- un honrado muchacho, que se llamaba Hans.
-¿Era muy distinguido? -preguntó la Rata de Agua.
-No -contestó el Pinzón-. No creo que lo fuera, excepto por su buen corazón y su carilla
redonda y simpática. Vivía solo, en una casa pequeñita y todo el día lo pasaba cuidando del
jardín. No había jardín más bonito que el suyo en los alrededores: en él crecían minutisas y
alhelíes, y pan y quesillo y campanillas blancas. Había rosas de Damasco y rosas amarillas y
azafranes de oro y azul, y violetas moradas y blancas. La aguileña y la cardamina, la mejorana
y la albahaca silvestre, la primavera y la flor de lis, el narciso y la clavellina brotaban y
florecían unas tras otras, según pasaban los meses, de tal modo que siempre había cosas
hermosas para la vista y exquisitos perfumes para el olfato.
El pequeño Hans tenía muchísimos amigos, pero el más fiel de todos era el grandote Hugo el
Molinero. Tan leal le era el ricachón Hugo al pequeño Hans, que no pasaba nunca por su
jardín sin inclinarse por encima de la tapia para arrancar un ramillete de flores, o un puñado de
hierbas aromáticas, o sin llenarse los bolsillos de ciruelas y cerezas, si estaban maduras.
-Los amigos verdaderos deberían compartir todas las cosas -solía decir el Molinero.
Y pequeño Hans asentía y sonreía, muy orgulloso de tener un amigo con tan nobles ideas.
Aunque la verdad es que, a veces, a los vecinos les extrañaba que el rico Molinero nunca
diera al pequeño Hans nada a cambio, a pesar de que tenía cien sacos de harina almacenados
en el molino y seis vacas lecheras y un gran rebaño de ovejas de lana. Pero a Hans nunca se
le pasaban por la cabeza estos pensamientos y nada le daba tanta satisfacción como escuchar
las maravillosas cosas que el Molinero solía decir sobre la falta de egoísmo y la verdadera
amistad.
El pequeño Hans trabajaba en su jardín. Durante la primavera, el verano y el otoño era muy
feliz; pero llegaba el invierno y se encontraba con que no tenía ni fruta, ni flores que llevar al
mercado, y sufría mucho por el frío y por el hambre. En ocasiones tenía que irse a la cama sin
más cena que unas cuantas peras secas o algunas nueces duras. Y además, en invierno,
estaba muy solo, ya que el Molinero nunca iba a visitarlo.
-No es conveniente que vaya a ver al pequeño Hans mientras haya nieve -decía el Molinero a
su mujer-. Porque, cuando la gente tiene problemas, es preferible dejarla sola y no molestarla
con visitas. Por lo menos, ésta es la idea que yo tengo de la amistad, y estoy convencido de
que es lo correcto. Por lo tanto esperaré a que llegue la primavera y después le haré una visita
y podrá darme una cesta llena de prímulas, y con ello será feliz.
-Eres muy considerado con todo el mundo -le decía su mujer, sentada en un cómodo sillón
junto a un buen fuego de leña-, muy considerado. Da gusto oírte hablar de la amistad. Estoy
segura de que ni un sacerdote diría las cosas tan bien como tú, y eso que vive en una casa de
tres plantas y lleva un anillo de oro en el dedo meñique.
-¿Pero no podríamos invitar al pequeño Hans a que suba a vernos? -preguntó el hijo menor
del Molinero? -Si el pobre está en apuros, le daré la mitad de mis gachas y le enseñaré mis
conejitos blancos.
-¡Pero qué tonto eres! -exclamó el Molinero- Realmente no sé para qué te mando a la
escuela, pues la verdad es que no aprendes nada. Mira, si el pequeño Hans viniera a casa y
viera el fuego tan hermoso que tenemos y nuestra buena cena y nuestro hermoso barril de vino
tinto, le daría envidia. Y la envidia es una cosa tremenda, capaz de echar a perder a
cualquiera. Y yo no permitiré que se eche a perder el carácter de Hans. Soy su mejor amigo y
siempre velaré por él, y que no caiga en tentación. Además, si Hans viniera a casa, podría
pedirme prestado un poco de harina, y eso sí que no lo puedo hacer. Una cosa es la harina y
otra la amistad, y no hay que confundirlas. Está claro que son dos palabras diferentes y
significan cosas distintas. Eso lo sabe cualquiera.
-¡Pero qué bien hablas! -dijo la mujer del Molinero, sirviéndose un gran vaso de cerveza
tibia-. Estoy medio amodorrada, como si estuviera en la iglesia.
-Mucha gente obra bien -prosiguió el Molinero-, pero muy poca habla bien, lo que nos
demuestra que es mucho más difícil hablar que obrar; aunque también es mucho más elegante.
Y se quedó mirando con severidad, por encima de la mesa, a su hijo pequeño, que se sintió
tan avergonzado que bajó la cabeza, se puso muy colorado y se echó a llorar encima de la
merienda. Pero era tan joven que hay que disculparlo.
-¿Y así acaba el cuento? -preguntó la Rata de Agua.
-Claro que no -contestó el Pirizón- Así es como empieza.
-Pues entonces no está usted al día -le dijo la Rata de Agua-. Hoy los buenos narradores
empiezan por el final, siguen por el principio y terminan por el medio. Así es el nuevo método.
Se lo oí decir el otro día a un crítico, que ia paseando alrededor del estanque con un joven.
Hablaba del asunto con todo detalle y estoy segura de que estaba en lo cierto, porque llevaba
gafas azules, y era calvo, y, a cada observación que hacía el joven, le respondía: «¡Psss!»
Pero le ruego que continúe usted con el cuento. Me encanta el Molinero. Yo también estoy
lleno de hermosos sentimientos, de modo que tenemos muchas cosas en común.
-Pues bien -dijo el Pinzón, apoyándose ora en una patita ora en la otra-, tan pronto como
acabó el invierno y las prímulas comenzaron a abrir sus pálidas estrellas amarillas, el Molinero
le dijo a su mujer que iba a bajar a ver al pequeño Hans.
-¡Ay, qué buen corazón tienes! -le dijo su mujer-. ¡Siempre estás pensando en los demás! No
te olvides de llevar la cesta grande para las flores.
Así que el Molinero sujetó las aspas del molino de viento con una gruesa cadena de hierro y
bajó por la colina con la cesta en su brazo.
-Buenos días, pequeño Hans -dijo el Molinero.
-Buenos días -dijo Hans, apoyándose en la pala con una sonrisa de oreja a oreja.
-¿Y qué tal has pasado el invierno? -dijo el Molinero.
-Bueno, la verdad es que eres muy amable al preguntármelo, muy amable, sí, señor -exclamó
Hans. Te diré que lo he pasado bastante mal, pero ya ha llegado la primavera y estoy muy
contento, y todas mis flores están hechas una maravilla.
-Hemos hablado muchas veces de ti este invierno, Hans -dijo el Molinero-, y nos
preguntábamos qué tal te iría.
-Qué amables sois -dijo Hans- Y yo que me temía que me hubierais olvidado.
-Hans, me sorprendes -dijo el Molinero- Los amigos nunca olvidan. Eso es lo más
maravilloso de la amistad, pero me temo que no seas capaz de entender la poesía de la vida.
Y, a propósito, ¡qué bonitas están tus prímulas!
-Realmente están preciosas -dijo Hans-; y es una suerte para mí tener tantas. Voy a llevarlas
al mercado y se las venderé a la hija del alcalde, y con el dinero que me dé compraré otra vez
mi carretilla.
-¿Que comprarás de nuevo tu carretilla? ¡No mé irás a decir que la has vendido! ¡Qué cosa
más tonta!
-La verdad es que no tuve más remedio que hacerlo dijo Hans. Pasé un invierno muy malo, y
no tenía dinero ni para comprar pan. Así que primero vendí la bolonadura de plata de la
chaqueta de los domingos, y luego vendí la cadena de plata y después la pipa grande, y por
último la carretilla. Pero ahora voy a comprarlo todo otra vez.
-Hans -le dijo el Molinero-, voy a darte mi carretilla. No está en muy buen estado, porque le
falta un lado y tiene rotos algunos radios de la rueda. Pero, a pesar de ello, voy a dártela. Ya
sé que es una muestra de generosidad por mi parte y que muchísima gente pensará que soy
tonto de remate por desprenderme de ella, pero es que yo no soy como los demás. Creo que
la generosidad es la esencia de la amistad y, además, tengo una carretilla nueva. De modo que
puedes estar tranquilo; te daré mi carretilla.
-Es muy generoso por tu parte -dijo el pequeño Hans, y su graciosa carita redonda
resplandecía de alegría-. La puedo arreglar fáciImente, pues tengo un tablón en casa:
-¡Un tablón! -exclamó el Molinero- Pues eso es lo que necesito para arreglar el tejado del
granero, que tiene un agujero muy grande y, si no lo tapo, el grano se va a mojar. ¡Es una
suerte que me lo hayas dicho! Es sorprendente ver cómo una buena acción siempre genera
otra. Yo te he dado mi carretilla y ahora tú me vas a dar una tabla. Por supuesto que la
carretilla vale muchísimo más que la tabla, pero la auténtica amistad nunca se fija en cosas
como ésas. Anda, haz el favor de traerla enseguida, que quiero ponerme a arreglar el granero
hoy mismo.
-Voy corriendo -exclamó el pequeño Hans.
Y salió disparado hacia el cobertizo y sacó el tablón a rastras.
-No es una tabla muy grande -dijo el Molinero mirándola-. Y me temo que, después de que
haya arreglado el granero, no sobrará nada para que arregles la carretilla. Claro que eso no es
culpa mía. Bueno, y ahora que te he regalado la carretilla, estoy seguro de que te gustaría
darme a cambio algunas flores. Aquí tienes la cesta, y procura llenarla hasta arriba.
-¿Hasta arriba? -dijo el pobre Hans, muy afligido, porque era una cesta grandísima y sabía
que, si la llenaba, no le quedarían flores para llevar al mercado; y estaba ansioso por
recuperar su botonadura de plata.
-Bueno, en realidad –dijo el Molinero-, como te he dado la carretilla, no creo que sea mucho
pedirte un puñado de flores. Puede que esté equivocado, pero, para mí, la amistad, la
verdadera amistad, ha de estar libre de cualquier tipo de egoísmo.
-Ay, mi querido amigo, mi mejor amigo -exclamó el pequeño Hans , todas las flores de mi
jardín están a tu disposición. Prefiero mucho más ser digno de tu estima que recuperar la
botonadura de plata.
Y salió disparado a coger todas sus lindas prímulas y llenó la cesta del Molinero.
-Adiós, pequeño Hans -le dijo el Molinero, mientras subía por la colina, con el tablón al
hombro y la gran cesta en la mano.
-Adiós -respondió el pequeño Hans.
Y se puso a cavar tan contento, pues estaba encantado con la carretilla.
Al día siguiente estaba sujetando unas ramas de madreselva en el porche cuando oyó la voz
del Molinero, que le llamaba desde el camino. Así que saltó de la escalera, cruzó corriendo el
jardín y miró por encima de la tapia.
Allí estaba el Molinero con un gran saco de harina al hombro.
-Querido Hans -le dijo el Molinero-, ¿te importaría llevarme este saco de harina al mercado?
-Lo siento mucho -comentó Hans-, pero es que hoy estoy muy ocupado. Tengo que levantar
todas las enredaderas, y regar las flores y atar la hierba.
-Bueno, pues, teniendo en cuenta que voy a regalarte mi carretilla, es bastante egoísta por tu
parte negarte a hacerme este favor.
-Oh, no digas eso -exclamó el pequeño Hans-. No querría ser egoísta por nada del mundo.
Y entró corriendo en casa a buscar su gorra y se fue caminando al pueblo con el gran saco a
sus espaldas.
Hacía mucho calor, y la carretera estaba cubierta de polvo y, antes de llegar al sexto mojón,
Hans tuvo que sentarse a descansar. Sin embargo prosiguió muy animoso su camino, y llegó al
mercado. Después de un rato, vendió el saco de harina a muy buen precio y regresó a casa
inmediatamente, temeroso de que, si se le hacía tarde, pudiera encontrar a algún ladrón en el
camino.
-Ha sido un día muy duro -se dijo Hans mientras se metía en la cama- Pero me alegro de no
haber dicho que no al Molinero, porque es mi mejor amigo y, además, me va a dar su
carretilla, A la mañana siguiente, muy temprano, el Molinero bajó a recoger el dinero del saco
de harina, pero el pobre Hans estaba tan cansado, que todavía seguía en la cama.
-Válgame, Dios -dijo el Molinero-, qué perezoso eres. La verdad es que, teniendo en cuenta
que voy a darte mi carretilla, podías trabajar con más ganas. La pereza es un pecado muy
grave, y no me gusta que ninguno de mis amigos sea vago ni perezoso. No te parezca mal que
te hable tan claro. Por supuesto que no se me ocurriría hacerlo si no fuera tu amigo. Pero eso
es lo bueno de la amistad, que uno puede decir siempre lo que piensa. Cualquiera puede decir
cosas amables e intentar alabar a los demás; pero un amigo verdadero siempre dice las cosas
desagradables, y no le importa causar dolor. Es más, si es un verdadero amigo lo prefiere,
porque sabe que está obrando bien.
-Lo siento mucho -dijo el pobre Hans frotándose los ojos, y quitándose el gorro de dormir-.
Pero estaba tan cansado que quise quedarme un rato en la cama, escuchando el canto de los
pájaros. ¿Sabes que trabajo mejor cuando he oído cantar a los pájaros?
-Bien, me alegro -dijo el Molinero, dándole una palmadita en la espalda-, porque, tan pronto
estés vestido, quiero que subas conmigo al molino y me arregles el tejado del. granero.
El pobrecito Hans estaba deseando ponerse a trabajar en el jardín, porque hacía dos días que
no regaba las flores, pero no quería decir que no al Molinero, que era tan amigo suyo.
-¿Crees que no sería muy buen amigo tuyo si te dijera que tengo mucho que hacer? preguntó
con voz tímida y vergonzosa.
-Bueno, en realidad no creo que sea mucho pedirte, teniendo en cuenta que te voy a dar mi
carretilla -le contestó el Molinero-. Pero, si no quieres, lo haré yo mismo.
-¡De ninguna manera! -exclamó Hans y, saltando de la cama, se vistió y subió al granero. Allí
trabajó todo el día, y al anochecer fue el Molinero a ver cómo iba la obra.
-¿Has arreglado ya el agujero del tejado, Hans? -le preguntó el Molinero con voz alegre.
-Está completamente arreglado -contestó el pequeño Hans, mientras se bajaba de la escalera.
-¡Ay! No hay trabajo más agradable que el que se hace por los demás -dijo el Molinero.
-Realmente es un privilegio oírte hablar -respondió el pequeño Hans, sentándose y
enjugándose e! sudor de la frente- Es un gran privilegio. Lo malo es que yo nunca tendré unas
ideas tan bonitas como las tuyas.
-Ya verás cómo se te ocurren, si te empeñas -dijo el Molinero- De momento, tienes sólo la
práctica de la amistad; algún día tendrás también la teoría.
-¿De verdad crees que la tendré? -preguntó el pequeño Hans.
-No tengo la menor duda -contestó el Molinero-. Pero ahora que ya has arreglado el tejado,
deberías ir a casa a descansar, quiero que mañana me lleves las ovejas al monte.
El pobre Hans no se atrevió a replicar, y a la mañana siguiente, muy temprano, el Molinero le
llevó sus ovejas cerca de la casa, y Hans se fue al monte con ellas. Le llevó todo el día subir y
bajar del monte y, cuando regresó a casa, estaba tan cansado, que se quedó dormido en una
silla y no se despertó hasta bien entrado el día.
-¡Qué bien lo voy a pasar trabajando el jardín!», se dijo Hans; e inmediatamente se puso a
trabajar.
Pero cuándo por una cosa, cuándo por otra no había manera de dedicarse a las flores, pues
siempre aparecía el Molinero a pedirle que fuera a hacerle algún recado, o que le ayudara en
el molino. A veces el pobre Hans se ponía muy triste, pues temía que sus flores creyeran que
se había olvidado de ellas; pero le consolaba el pensamiento de que el Molinero era su mejor
amigo.
-Además -solía decir- va a darme su carretilla y eso es un acto de verdadera generosidad.
Así que el pequeño Hans seguía trabajando para el Molinero, y el Molinero seguía diciendo
cosas hermosas sobre la amistad, que Hans anotaba en un cuadernito para poderlas leer por
la noche, pues era un alumno muy aplicado.
Y sucedió que una noche estaba Hans sentado junto al hogar, cuando oyó un golpe seco en la
puerta. Era una noche muy mala, y el viento soplaba y rugía alrededor de la casa con tanta
fuerza, que al principio pensó que era sencillamente la tormenta. Pero enseguida se oyó un
segundo golpe, y luego un tercero, más fuerte que los otros.
«Será algún pobre viajero», pensó Hans; y corrió a abrir la puerta.
Allí estaba el Molinero con un farol en una mano y un gran bastón en la otra.
-¡Querido Hans! -dijo el Molinero-. Tengo un grave problema. Mi hijo pequeño se ha caído
de la escalera y está herido y voy en busca del médico. Pero vive tan lejos y está la noche tan
mala, que se me acaba de ocurrir que sería mucho mejor que fueras tú en mi lugar. Ya sabes
que voy a darte la carretilla, así que sería justo que a cambio hicieras algo por mí.
-Faltaría más -exclamó el pequeño Hans-. Considero un honor que acudas a mí. Ahora
mismo me pongo en camino; pero préstame el farol, pues la noche está tan oscura que tengo
miedo de que pueda caerme al canal.
-Lo siento mucho -le contestó el Molinero-, pero el farol es nuevo. Sería una gran pérdida, si
le pasara algo.
-Bueno, no importa, ya me las arreglaré sin él -exclamó el pequeño Hans.
Descolgó su abrigo de piel, se puso su gorro de lana bien calentito, se enrolló una bufanda al
cuello y salió en busca del médico.
¡Qué tormenta más espantosa! La noche era tan negra, que el pobre Hans casi no podía ver;
y el viento era tan fuerte, que le costaba trabajo mantenerse en pie. Sin embargo era muy
valiente, y después de haber caminado alrededor de tres horas llegó a casa del médico y
llamó a la puerta.
-¿Quién es? -gritó el médico, asomando la cabeza por la ventana del dormitorio.
-Soy yo, el pequeño Hans.
-¿Y qué quieres, pequeño Hans?
-El hijo del Molinero se ha caído de una escalera, y está herido, y el Molinero dice que vaya
usted enseguida.
-¡Está bien! -dijo el médico.
Pidió que le llevaran el caballo, las botas y el farol, bajó las escaleras y salió al trote hacia la
casa del Molinero. Y el pequeño Hans le siguió con dificultad.
Pero la tormenta arreciaba cada vez más y la lluvia caía a torrentes y el pobre Hans no veía
por dónde iba, ni era capaz de seguir la marcha del caballo. Al cabo de un rato se perdió y
estuvo dando vueltas por el páramo, que era un lugar muy peligroso, lleno de hoyos muy
profundos; y el pobrecito Hans cayó en uno de ellos y se ahogó. Unos cabreros encontraron
su cuerpo flotando en una charca y se lo llevaron a casa.
Todo el mundo fue al funeral del pequeño Hans, porque era una persona muy conocida; y allí
estaba el Molinero, presidiendo el duelo.
-Como yo era su mejor amigo, es justo que ocupe el sitio de honor -dijo el Molinero.
Y se puso a la cabeza del cortejo fúnebre envuelto en una capa negra muy larga y, de vez en
cuando, se limpiaba los ojos con un gran pañuelo.
-Ha sido una gran pérdida para todos nosotros -dijo el herrero, cuando hubo terminado el
entierro y todos estaban cómodamente sentados en la taberna, bebiendo ponche y comiendo
pasteles.
-Una gran pérdida, al menos para mí -dijo el Molinero-, porque resulta que le había hecho el
favor de regalarle mi carretilla, y ahora no sé qué hacer con ella. En casa me estorba y está en
tal mal estado, que no creo que me den nada por ella, si quiero venderla. Pero, de ahora en
adelante, tendré mucho cuidado en no volver a regalar nada. Hace uno un favor y mira cómo
te lo pagan.
-¿Y luego qué? -dijo la Rata de agua, después de una larga pausa.
-Luego, nada. Éste es el final -dijo el Pinzón.
-Pero, ¿qué fue del Molinero? -preguntó la Rata de Agua.
-Realmente no lo sé, ni me importa, de eso estoy seguro -contestó el Pinzón.
-Entonces, es evidente que no tiene usted sentimientos -dijo la Rata de Agua.
-Me temo que no ha comprendido usted la moraleja del cuento -observó el Pinzón.
-¿La qué? -gritó la Rata de Agua.
-La moraleja.
-¡Quiere decir que ese cuento tenía moraleja!
-Pues sí -dijo el Pinzón.
-¡Bueno! -dijo la Rata de Agua muy enfadada-Pues debería habérmelo dicho antes de
empezar. Y así me habría ahorrado escucharle. Y hasta le hubiera dicho igual que el crítico:
«¡Psss!» Aunque aún estoy a tiempo de decírselo.
Y entonces le gritó muy fuerte: -«¡Psss!», hizo un movimiento brusco con la cola y se metió en
su agujero.
-¿Qué le parece a usted la Rata de Agua? -preguntó la Pata, que llegó chapoteando unos
minutos después-. Tiene muy buenas cualidades, pero yo, la verdad, es que tengo
sentimientos maternales y no puedo ver a un solterón sin que se me salten las lágrimas.
-Siiento mucho haberle molestado -contestó el Pinzón-. El hecho es que le conté un cuento
con moraleja.
-Ah, pues eso es siempre muy peligroso -dijo la Pata.
Y yo estoy de acuerdo con ella.
"
El amigo fiel
[Cuento. Texto completo.]
Oscar Wilde
Una mañana, la vieja Rata de Agua sacó la cabeza fuera de su madriguera. Tenía los ojos
claros, parecidos a dos gotas brillantes, unos bigotes grises muy tiesos y una cola larga, que
parecía una larga cinta elástica negra. Los patitos nadaban en el estanque, como si fueran una
bandada de canarios amarillos, y su madre, que tenía el plumaje blanquísimo y las patas
realmente rojas, trataba de enseñarles a mantener la cabeza bajo el agua.
-Nunca podréis codearos con la alta sociedad, a menos que aprendáis a manteneros bajo el
agua -les repetía machaconamente, mostrándoles de vez en cuando cómo se hacía.
Pero los patitos no prestaban atención; eran tan pequeños que no entendían las ventajas de
pertenecer a la sociedad.
-¡Qué chiquillos más desobedientes! -gritó la vieja Rata de Agua-. Realmente merecen ser
ahogados.
-¡Qué cosas dice usted! -respondió la Pata-. Nadie nace enseñado y a los padres no nos
queda más remedio que tener paciencia.
-¡Ay! No sé nada de los sentimientos de los padres -dijo la Rata de Agua-. No soy madre de
familia; en realidad nunca me he casado, ni tengo intención de hacerlo. El amor está bien,
dentro de lo que cabe, pero la amistad es un sentimiento mucho más elevado. La verdad es
que no creo que haya nada en el mundo más noble ni más raro que una amistad verdadera.
-Y dígame usted, por favor, ¿cuáles son, a su juicio, los deberes de un amigo fiel? -le
preguntó un Pinzón Verde, que estaba posado encima de un sauce llorón muy cerca de allí, y
que había oído la conversación.
-Sí, eso es justamente lo que yo quisiera saber -dijo la Pata mientras se alejaba nadando hasta
la otra orilla del estanque y allí metía la cabeza en el agua, para dar buen ejemplo a sus
pequeños.
-¡Qué pregunta más tonta! -exclamó la Rata de Agua-. Qué duda cabe de que, si un amigo
mío es fiel, es porque me es fiel a mí.
-¿Y usted qué haría a cambio? -preguntó el pajarillo, que se columpiaba sobre una rama
plateada batiendo sus diminutas alas.
-No te entiendo -le contestó la Rata de Agua.
-Deje que te cuente un cuento sobre eso -dijo el Pnzón.
-¿Es un cuento sobre mí? -preguntó la Rata de Agua- Porque, si lo es, estoy dispuesta a
escucharlo. Me encantan los cuentos.
-Se le podría aplicar -contestó el Pinzón.
Y bajó volando del árbol y, posándose a la orilla del estanque, empezó a contar el cuento del
Amigo Fiel.
-Erase una vez -comenzó a decir el Pinzón- un honrado muchacho, que se llamaba Hans.
-¿Era muy distinguido? -preguntó la Rata de Agua.
-No -contestó el Pinzón-. No creo que lo fuera, excepto por su buen corazón y su carilla
redonda y simpática. Vivía solo, en una casa pequeñita y todo el día lo pasaba cuidando del
jardín. No había jardín más bonito que el suyo en los alrededores: en él crecían minutisas y
alhelíes, y pan y quesillo y campanillas blancas. Había rosas de Damasco y rosas amarillas y
azafranes de oro y azul, y violetas moradas y blancas. La aguileña y la cardamina, la mejorana
y la albahaca silvestre, la primavera y la flor de lis, el narciso y la clavellina brotaban y
florecían unas tras otras, según pasaban los meses, de tal modo que siempre había cosas
hermosas para la vista y exquisitos perfumes para el olfato.
El pequeño Hans tenía muchísimos amigos, pero el más fiel de todos era el grandote Hugo el
Molinero. Tan leal le era el ricachón Hugo al pequeño Hans, que no pasaba nunca por su
jardín sin inclinarse por encima de la tapia para arrancar un ramillete de flores, o un puñado de
hierbas aromáticas, o sin llenarse los bolsillos de ciruelas y cerezas, si estaban maduras.
-Los amigos verdaderos deberían compartir todas las cosas -solía decir el Molinero.
Y pequeño Hans asentía y sonreía, muy orgulloso de tener un amigo con tan nobles ideas.
Aunque la verdad es que, a veces, a los vecinos les extrañaba que el rico Molinero nunca
diera al pequeño Hans nada a cambio, a pesar de que tenía cien sacos de harina almacenados
en el molino y seis vacas lecheras y un gran rebaño de ovejas de lana. Pero a Hans nunca se
le pasaban por la cabeza estos pensamientos y nada le daba tanta satisfacción como escuchar
las maravillosas cosas que el Molinero solía decir sobre la falta de egoísmo y la verdadera
amistad.
El pequeño Hans trabajaba en su jardín. Durante la primavera, el verano y el otoño era muy
feliz; pero llegaba el invierno y se encontraba con que no tenía ni fruta, ni flores que llevar al
mercado, y sufría mucho por el frío y por el hambre. En ocasiones tenía que irse a la cama sin
más cena que unas cuantas peras secas o algunas nueces duras. Y además, en invierno,
estaba muy solo, ya que el Molinero nunca iba a visitarlo.
-No es conveniente que vaya a ver al pequeño Hans mientras haya nieve -decía el Molinero a
su mujer-. Porque, cuando la gente tiene problemas, es preferible dejarla sola y no molestarla
con visitas. Por lo menos, ésta es la idea que yo tengo de la amistad, y estoy convencido de
que es lo correcto. Por lo tanto esperaré a que llegue la primavera y después le haré una visita
y podrá darme una cesta llena de prímulas, y con ello será feliz.
-Eres muy considerado con todo el mundo -le decía su mujer, sentada en un cómodo sillón
junto a un buen fuego de leña-, muy considerado. Da gusto oírte hablar de la amistad. Estoy
segura de que ni un sacerdote diría las cosas tan bien como tú, y eso que vive en una casa de
tres plantas y lleva un anillo de oro en el dedo meñique.
-¿Pero no podríamos invitar al pequeño Hans a que suba a vernos? -preguntó el hijo menor
del Molinero? -Si el pobre está en apuros, le daré la mitad de mis gachas y le enseñaré mis
conejitos blancos.
-¡Pero qué tonto eres! -exclamó el Molinero- Realmente no sé para qué te mando a la
escuela, pues la verdad es que no aprendes nada. Mira, si el pequeño Hans viniera a casa y
viera el fuego tan hermoso que tenemos y nuestra buena cena y nuestro hermoso barril de vino
tinto, le daría envidia. Y la envidia es una cosa tremenda, capaz de echar a perder a
cualquiera. Y yo no permitiré que se eche a perder el carácter de Hans. Soy su mejor amigo y
siempre velaré por él, y que no caiga en tentación. Además, si Hans viniera a casa, podría
pedirme prestado un poco de harina, y eso sí que no lo puedo hacer. Una cosa es la harina y
otra la amistad, y no hay que confundirlas. Está claro que son dos palabras diferentes y
significan cosas distintas. Eso lo sabe cualquiera.
-¡Pero qué bien hablas! -dijo la mujer del Molinero, sirviéndose un gran vaso de cerveza
tibia-. Estoy medio amodorrada, como si estuviera en la iglesia.
-Mucha gente obra bien -prosiguió el Molinero-, pero muy poca habla bien, lo que nos
demuestra que es mucho más difícil hablar que obrar; aunque también es mucho más elegante.
Y se quedó mirando con severidad, por encima de la mesa, a su hijo pequeño, que se sintió
tan avergonzado que bajó la cabeza, se puso muy colorado y se echó a llorar encima de la
merienda. Pero era tan joven que hay que disculparlo.
-¿Y así acaba el cuento? -preguntó la Rata de Agua.
-Claro que no -contestó el Pirizón- Así es como empieza.
-Pues entonces no está usted al día -le dijo la Rata de Agua-. Hoy los buenos narradores
empiezan por el final, siguen por el principio y terminan por el medio. Así es el nuevo método.
Se lo oí decir el otro día a un crítico, que ia paseando alrededor del estanque con un joven.
Hablaba del asunto con todo detalle y estoy segura de que estaba en lo cierto, porque llevaba
gafas azules, y era calvo, y, a cada observación que hacía el joven, le respondía: «¡Psss!»
Pero le ruego que continúe usted con el cuento. Me encanta el Molinero. Yo también estoy
lleno de hermosos sentimientos, de modo que tenemos muchas cosas en común.
-Pues bien -dijo el Pinzón, apoyándose ora en una patita ora en la otra-, tan pronto como
acabó el invierno y las prímulas comenzaron a abrir sus pálidas estrellas amarillas, el Molinero
le dijo a su mujer que iba a bajar a ver al pequeño Hans.
-¡Ay, qué buen corazón tienes! -le dijo su mujer-. ¡Siempre estás pensando en los demás! No
te olvides de llevar la cesta grande para las flores.
Así que el Molinero sujetó las aspas del molino de viento con una gruesa cadena de hierro y
bajó por la colina con la cesta en su brazo.
-Buenos días, pequeño Hans -dijo el Molinero.
-Buenos días -dijo Hans, apoyándose en la pala con una sonrisa de oreja a oreja.
-¿Y qué tal has pasado el invierno? -dijo el Molinero.
-Bueno, la verdad es que eres muy amable al preguntármelo, muy amable, sí, señor -exclamó
Hans. Te diré que lo he pasado bastante mal, pero ya ha llegado la primavera y estoy muy
contento, y todas mis flores están hechas una maravilla.
-Hemos hablado muchas veces de ti este invierno, Hans -dijo el Molinero-, y nos
preguntábamos qué tal te iría.
-Qué amables sois -dijo Hans- Y yo que me temía que me hubierais olvidado.
-Hans, me sorprendes -dijo el Molinero- Los amigos nunca olvidan. Eso es lo más
maravilloso de la amistad, pero me temo que no seas capaz de entender la poesía de la vida.
Y, a propósito, ¡qué bonitas están tus prímulas!
-Realmente están preciosas -dijo Hans-; y es una suerte para mí tener tantas. Voy a llevarlas
al mercado y se las venderé a la hija del alcalde, y con el dinero que me dé compraré otra vez
mi carretilla.
-¿Que comprarás de nuevo tu carretilla? ¡No mé irás a decir que la has vendido! ¡Qué cosa
más tonta!
-La verdad es que no tuve más remedio que hacerlo dijo Hans. Pasé un invierno muy malo, y
no tenía dinero ni para comprar pan. Así que primero vendí la bolonadura de plata de la
chaqueta de los domingos, y luego vendí la cadena de plata y después la pipa grande, y por
último la carretilla. Pero ahora voy a comprarlo todo otra vez.
-Hans -le dijo el Molinero-, voy a darte mi carretilla. No está en muy buen estado, porque le
falta un lado y tiene rotos algunos radios de la rueda. Pero, a pesar de ello, voy a dártela. Ya
sé que es una muestra de generosidad por mi parte y que muchísima gente pensará que soy
tonto de remate por desprenderme de ella, pero es que yo no soy como los demás. Creo que
la generosidad es la esencia de la amistad y, además, tengo una carretilla nueva. De modo que
puedes estar tranquilo; te daré mi carretilla.
-Es muy generoso por tu parte -dijo el pequeño Hans, y su graciosa carita redonda
resplandecía de alegría-. La puedo arreglar fáciImente, pues tengo un tablón en casa:
-¡Un tablón! -exclamó el Molinero- Pues eso es lo que necesito para arreglar el tejado del
granero, que tiene un agujero muy grande y, si no lo tapo, el grano se va a mojar. ¡Es una
suerte que me lo hayas dicho! Es sorprendente ver cómo una buena acción siempre genera
otra. Yo te he dado mi carretilla y ahora tú me vas a dar una tabla. Por supuesto que la
carretilla vale muchísimo más que la tabla, pero la auténtica amistad nunca se fija en cosas
como ésas. Anda, haz el favor de traerla enseguida, que quiero ponerme a arreglar el granero
hoy mismo.
-Voy corriendo -exclamó el pequeño Hans.
Y salió disparado hacia el cobertizo y sacó el tablón a rastras.
-No es una tabla muy grande -dijo el Molinero mirándola-. Y me temo que, después de que
haya arreglado el granero, no sobrará nada para que arregles la carretilla. Claro que eso no es
culpa mía. Bueno, y ahora que te he regalado la carretilla, estoy seguro de que te gustaría
darme a cambio algunas flores. Aquí tienes la cesta, y procura llenarla hasta arriba.
-¿Hasta arriba? -dijo el pobre Hans, muy afligido, porque era una cesta grandísima y sabía
que, si la llenaba, no le quedarían flores para llevar al mercado; y estaba ansioso por
recuperar su botonadura de plata.
-Bueno, en realidad –dijo el Molinero-, como te he dado la carretilla, no creo que sea mucho
pedirte un puñado de flores. Puede que esté equivocado, pero, para mí, la amistad, la
verdadera amistad, ha de estar libre de cualquier tipo de egoísmo.
-Ay, mi querido amigo, mi mejor amigo -exclamó el pequeño Hans , todas las flores de mi
jardín están a tu disposición. Prefiero mucho más ser digno de tu estima que recuperar la
botonadura de plata.
Y salió disparado a coger todas sus lindas prímulas y llenó la cesta del Molinero.
-Adiós, pequeño Hans -le dijo el Molinero, mientras subía por la colina, con el tablón al
hombro y la gran cesta en la mano.
-Adiós -respondió el pequeño Hans.
Y se puso a cavar tan contento, pues estaba encantado con la carretilla.
Al día siguiente estaba sujetando unas ramas de madreselva en el porche cuando oyó la voz
del Molinero, que le llamaba desde el camino. Así que saltó de la escalera, cruzó corriendo el
jardín y miró por encima de la tapia.
Allí estaba el Molinero con un gran saco de harina al hombro.
-Querido Hans -le dijo el Molinero-, ¿te importaría llevarme este saco de harina al mercado?
-Lo siento mucho -comentó Hans-, pero es que hoy estoy muy ocupado. Tengo que levantar
todas las enredaderas, y regar las flores y atar la hierba.
-Bueno, pues, teniendo en cuenta que voy a regalarte mi carretilla, es bastante egoísta por tu
parte negarte a hacerme este favor.
-Oh, no digas eso -exclamó el pequeño Hans-. No querría ser egoísta por nada del mundo.
Y entró corriendo en casa a buscar su gorra y se fue caminando al pueblo con el gran saco a
sus espaldas.
Hacía mucho calor, y la carretera estaba cubierta de polvo y, antes de llegar al sexto mojón,
Hans tuvo que sentarse a descansar. Sin embargo prosiguió muy animoso su camino, y llegó al
mercado. Después de un rato, vendió el saco de harina a muy buen precio y regresó a casa
inmediatamente, temeroso de que, si se le hacía tarde, pudiera encontrar a algún ladrón en el
camino.
-Ha sido un día muy duro -se dijo Hans mientras se metía en la cama- Pero me alegro de no
haber dicho que no al Molinero, porque es mi mejor amigo y, además, me va a dar su
carretilla, A la mañana siguiente, muy temprano, el Molinero bajó a recoger el dinero del saco
de harina, pero el pobre Hans estaba tan cansado, que todavía seguía en la cama.
-Válgame, Dios -dijo el Molinero-, qué perezoso eres. La verdad es que, teniendo en cuenta
que voy a darte mi carretilla, podías trabajar con más ganas. La pereza es un pecado muy
grave, y no me gusta que ninguno de mis amigos sea vago ni perezoso. No te parezca mal que
te hable tan claro. Por supuesto que no se me ocurriría hacerlo si no fuera tu amigo. Pero eso
es lo bueno de la amistad, que uno puede decir siempre lo que piensa. Cualquiera puede decir
cosas amables e intentar alabar a los demás; pero un amigo verdadero siempre dice las cosas
desagradables, y no le importa causar dolor. Es más, si es un verdadero amigo lo prefiere,
porque sabe que está obrando bien.
-Lo siento mucho -dijo el pobre Hans frotándose los ojos, y quitándose el gorro de dormir-.
Pero estaba tan cansado que quise quedarme un rato en la cama, escuchando el canto de los
pájaros. ¿Sabes que trabajo mejor cuando he oído cantar a los pájaros?
-Bien, me alegro -dijo el Molinero, dándole una palmadita en la espalda-, porque, tan pronto
estés vestido, quiero que subas conmigo al molino y me arregles el tejado del. granero.
El pobrecito Hans estaba deseando ponerse a trabajar en el jardín, porque hacía dos días que
no regaba las flores, pero no quería decir que no al Molinero, que era tan amigo suyo.
-¿Crees que no sería muy buen amigo tuyo si te dijera que tengo mucho que hacer? preguntó
con voz tímida y vergonzosa.
-Bueno, en realidad no creo que sea mucho pedirte, teniendo en cuenta que te voy a dar mi
carretilla -le contestó el Molinero-. Pero, si no quieres, lo haré yo mismo.
-¡De ninguna manera! -exclamó Hans y, saltando de la cama, se vistió y subió al granero. Allí
trabajó todo el día, y al anochecer fue el Molinero a ver cómo iba la obra.
-¿Has arreglado ya el agujero del tejado, Hans? -le preguntó el Molinero con voz alegre.
-Está completamente arreglado -contestó el pequeño Hans, mientras se bajaba de la escalera.
-¡Ay! No hay trabajo más agradable que el que se hace por los demás -dijo el Molinero.
-Realmente es un privilegio oírte hablar -respondió el pequeño Hans, sentándose y
enjugándose e! sudor de la frente- Es un gran privilegio. Lo malo es que yo nunca tendré unas
ideas tan bonitas como las tuyas.
-Ya verás cómo se te ocurren, si te empeñas -dijo el Molinero- De momento, tienes sólo la
práctica de la amistad; algún día tendrás también la teoría.
-¿De verdad crees que la tendré? -preguntó el pequeño Hans.
-No tengo la menor duda -contestó el Molinero-. Pero ahora que ya has arreglado el tejado,
deberías ir a casa a descansar, quiero que mañana me lleves las ovejas al monte.
El pobre Hans no se atrevió a replicar, y a la mañana siguiente, muy temprano, el Molinero le
llevó sus ovejas cerca de la casa, y Hans se fue al monte con ellas. Le llevó todo el día subir y
bajar del monte y, cuando regresó a casa, estaba tan cansado, que se quedó dormido en una
silla y no se despertó hasta bien entrado el día.
-¡Qué bien lo voy a pasar trabajando el jardín!», se dijo Hans; e inmediatamente se puso a
trabajar.
Pero cuándo por una cosa, cuándo por otra no había manera de dedicarse a las flores, pues
siempre aparecía el Molinero a pedirle que fuera a hacerle algún recado, o que le ayudara en
el molino. A veces el pobre Hans se ponía muy triste, pues temía que sus flores creyeran que
se había olvidado de ellas; pero le consolaba el pensamiento de que el Molinero era su mejor
amigo.
-Además -solía decir- va a darme su carretilla y eso es un acto de verdadera generosidad.
Así que el pequeño Hans seguía trabajando para el Molinero, y el Molinero seguía diciendo
cosas hermosas sobre la amistad, que Hans anotaba en un cuadernito para poderlas leer por
la noche, pues era un alumno muy aplicado.
Y sucedió que una noche estaba Hans sentado junto al hogar, cuando oyó un golpe seco en la
puerta. Era una noche muy mala, y el viento soplaba y rugía alrededor de la casa con tanta
fuerza, que al principio pensó que era sencillamente la tormenta. Pero enseguida se oyó un
segundo golpe, y luego un tercero, más fuerte que los otros.
«Será algún pobre viajero», pensó Hans; y corrió a abrir la puerta.
Allí estaba el Molinero con un farol en una mano y un gran bastón en la otra.
-¡Querido Hans! -dijo el Molinero-. Tengo un grave problema. Mi hijo pequeño se ha caído
de la escalera y está herido y voy en busca del médico. Pero vive tan lejos y está la noche tan
mala, que se me acaba de ocurrir que sería mucho mejor que fueras tú en mi lugar. Ya sabes
que voy a darte la carretilla, así que sería justo que a cambio hicieras algo por mí.
-Faltaría más -exclamó el pequeño Hans-. Considero un honor que acudas a mí. Ahora
mismo me pongo en camino; pero préstame el farol, pues la noche está tan oscura que tengo
miedo de que pueda caerme al canal.
-Lo siento mucho -le contestó el Molinero-, pero el farol es nuevo. Sería una gran pérdida, si
le pasara algo.
-Bueno, no importa, ya me las arreglaré sin él -exclamó el pequeño Hans.
Descolgó su abrigo de piel, se puso su gorro de lana bien calentito, se enrolló una bufanda al
cuello y salió en busca del médico.
¡Qué tormenta más espantosa! La noche era tan negra, que el pobre Hans casi no podía ver;
y el viento era tan fuerte, que le costaba trabajo mantenerse en pie. Sin embargo era muy
valiente, y después de haber caminado alrededor de tres horas llegó a casa del médico y
llamó a la puerta.
-¿Quién es? -gritó el médico, asomando la cabeza por la ventana del dormitorio.
-Soy yo, el pequeño Hans.
-¿Y qué quieres, pequeño Hans?
-El hijo del Molinero se ha caído de una escalera, y está herido, y el Molinero dice que vaya
usted enseguida.
-¡Está bien! -dijo el médico.
Pidió que le llevaran el caballo, las botas y el farol, bajó las escaleras y salió al trote hacia la
casa del Molinero. Y el pequeño Hans le siguió con dificultad.
Pero la tormenta arreciaba cada vez más y la lluvia caía a torrentes y el pobre Hans no veía
por dónde iba, ni era capaz de seguir la marcha del caballo. Al cabo de un rato se perdió y
estuvo dando vueltas por el páramo, que era un lugar muy peligroso, lleno de hoyos muy
profundos; y el pobrecito Hans cayó en uno de ellos y se ahogó. Unos cabreros encontraron
su cuerpo flotando en una charca y se lo llevaron a casa.
Todo el mundo fue al funeral del pequeño Hans, porque era una persona muy conocida; y allí
estaba el Molinero, presidiendo el duelo.
-Como yo era su mejor amigo, es justo que ocupe el sitio de honor -dijo el Molinero.
Y se puso a la cabeza del cortejo fúnebre envuelto en una capa negra muy larga y, de vez en
cuando, se limpiaba los ojos con un gran pañuelo.
-Ha sido una gran pérdida para todos nosotros -dijo el herrero, cuando hubo terminado el
entierro y todos estaban cómodamente sentados en la taberna, bebiendo ponche y comiendo
pasteles.
-Una gran pérdida, al menos para mí -dijo el Molinero-, porque resulta que le había hecho el
favor de regalarle mi carretilla, y ahora no sé qué hacer con ella. En casa me estorba y está en
tal mal estado, que no creo que me den nada por ella, si quiero venderla. Pero, de ahora en
adelante, tendré mucho cuidado en no volver a regalar nada. Hace uno un favor y mira cómo
te lo pagan.
-¿Y luego qué? -dijo la Rata de agua, después de una larga pausa.
-Luego, nada. Éste es el final -dijo el Pinzón.
-Pero, ¿qué fue del Molinero? -preguntó la Rata de Agua.
-Realmente no lo sé, ni me importa, de eso estoy seguro -contestó el Pinzón.
-Entonces, es evidente que no tiene usted sentimientos -dijo la Rata de Agua.
-Me temo que no ha comprendido usted la moraleja del cuento -observó el Pinzón.
-¿La qué? -gritó la Rata de Agua.
-La moraleja.
-¡Quiere decir que ese cuento tenía moraleja!
-Pues sí -dijo el Pinzón.
-¡Bueno! -dijo la Rata de Agua muy enfadada-Pues debería habérmelo dicho antes de
empezar. Y así me habría ahorrado escucharle. Y hasta le hubiera dicho igual que el crítico:
«¡Psss!» Aunque aún estoy a tiempo de decírselo.
Y entonces le gritó muy fuerte: -«¡Psss!», hizo un movimiento brusco con la cola y se metió en
su agujero.
-¿Qué le parece a usted la Rata de Agua? -preguntó la Pata, que llegó chapoteando unos
minutos después-. Tiene muy buenas cualidades, pero yo, la verdad, es que tengo
sentimientos maternales y no puedo ver a un solterón sin que se me salten las lágrimas.
-Siiento mucho haberle molestado -contestó el Pinzón-. El hecho es que le conté un cuento
con moraleja.
-Ah, pues eso es siempre muy peligroso -dijo la Pata.
Y yo estoy de acuerdo con ella.
"
jueves, 29 de agosto de 2013
iluminada
delicada
unica
sonriente
soñadora
alegre
mortal
efímera ,sensual
esquiva
escondedora
sexual
sonriente
distante
desconectada
inolvidable
delicada
como una rosa
Mariposa frágil y multicolor!
delicada
unica
sonriente
soñadora
alegre
mortal
efímera ,sensual
esquiva
escondedora
sexual
sonriente
distante
desconectada
inolvidable
delicada
como una rosa
Mariposa frágil y multicolor!
Copa de sonoro cristal , de misteriosa belleza!
rosa delicada y blanca !
rosa roja y sangrante !
gorrión veloz y musical
Luz de mi vida !
todos tus dones son los que ansío!
Todo tu cuerpo
todo tu corazón
toda tu mente
tu alegría , tu dolor
tu valor y tu mied
rosa delicada y blanca !
rosa roja y sangrante !
gorrión veloz y musical
Luz de mi vida !
todos tus dones son los que ansío!
Todo tu cuerpo
todo tu corazón
toda tu mente
tu alegría , tu dolor
tu valor y tu mied
Barco quieto , condenado
sin puerto de donde partir
sin destino a donde ir
bodega triste , muerto sin fin
Barco quieto sin amarras ,
sin timón ni capitán
en mares inadecuados ,con cielos inesperados
donde es su realidad?
Barco quieto , cascara sin amor
fantasma de uno real
que murió hace décadas atrás.
Hombre solo , sin calor
Barco quieto ,
sin amarras ,sin amor ,sin perdón
sueña con mujeres que no existen
con fantasmas de pasión
lunes, 29 de julio de 2013
Rosas
Rosas verdaderas , rojas sangrantes
Las busco, las encuentro
Significan algo?
Apenas son unos rojos brotes
de mi sangre.
Nada mas recuerdo la belleza ...
Las busco y aveces las pierdo
Significan algo ?
Solo el terciopelo
recuerdan caminos suaves alfombrados
y atajos empinados y duros
Rosas de la tierra
de mi corazón
de la tierra
de mis pensamientos
que te buscan
y aveces te encuentran
que te buscan
y aveces te pierden
Sin embargo
sin mas que aveces,
en la alegría de encontrarte
encuentro todo
y como magia , sin dolor sin ninguna tristeza
en mi jardín florecen las rosas
Que son para vos
Rosa terrenal ,
Bella rosa
sin verdad sin tiempo
Rosas verdaderas , rojas sangrantes
Las busco, las encuentro
Significan algo?
Apenas son unos rojos brotes
de mi sangre.
Nada mas recuerdo la belleza ...
Las busco y aveces las pierdo
Significan algo ?
Solo el terciopelo
recuerdan caminos suaves alfombrados
y atajos empinados y duros
Rosas de la tierra
de mi corazón
de la tierra
de mis pensamientos
que te buscan
y aveces te encuentran
que te buscan
y aveces te pierden
Sin embargo
sin mas que aveces,
en la alegría de encontrarte
encuentro todo
y como magia , sin dolor sin ninguna tristeza
en mi jardín florecen las rosas
Que son para vos
Rosa terrenal ,
Bella rosa
sin verdad sin tiempo
lunes, 10 de junio de 2013
Encontre esto en la red y me gusto
Y a se qe no esta perfecto , que podria decirse mejor , que la pregunta final podria ser diferente !
pero esta interesante
Algunas mujeres opinaban en esa pagina:
en vez de niña poner inmadiura ... los varones se quedan siempre con las mujeres .... las mujeres saben contener a su niña .... , las mujers siempre esperan a su hombre ,,, etc,
Las niñas quieren controlar al hombre en sus vidas
Las mujeres, saben ke si el hombre es realmente suyo,no hay necesidad de control
Las niñas te gritan porke no las llamas
Las mujeres están demasiado ocupadas para darse cuenta ke no las has llamado
Las niñas tienen miedo de estar solas
Las mujeres lo utilizan como tiempo para su crecimiento personal
Las niñas ignoran alos buenos hombres
Las mujeres ignoran a los malos
Las niñas te hacen ke vuelvas a casa
Las mujeres hacen ke quieras volver a casa
Las niñas dejan su agenda abierta y esperan a ke su hombre hable para hacer planes
Las mujeres hacen sus planes y cariñosamente notifican a los hombres para ke ellos se integren como mejor les convenga
Las niñas monopolizan el tiempo de su hombre
Las mujeres se dan cuenta de ke un poco de espacio,hace del tiempo juntos algo mas especial
Las niñas creen ke un hombre ke llora es débil
Las mujeres ofrecen su hombro y un pañuelo
Las niñas lastimadas por un hombre, hacen que todos los hombres paguen por eso.
Las mujeres saben que fue sólo un hombre.
Las niñas se enamoran y persiguen sin descanso.
Las mujeres saben que algunas veces el que tu amas,no te amará y continúan su camino sin rencor.
Las niñas leerán esto y harán una mueca.
Las mujeres lo pasarán a otras mujeres maduras.
En fin, tú decide niña o mujer.
Y a se qe no esta perfecto , que podria decirse mejor , que la pregunta final podria ser diferente !
pero esta interesante
Algunas mujeres opinaban en esa pagina:
en vez de niña poner inmadiura ... los varones se quedan siempre con las mujeres .... las mujeres saben contener a su niña .... , las mujers siempre esperan a su hombre ,,, etc,
Las niñas quieren controlar al hombre en sus vidas
Las mujeres, saben ke si el hombre es realmente suyo,no hay necesidad de control
Las niñas te gritan porke no las llamas
Las mujeres están demasiado ocupadas para darse cuenta ke no las has llamado
Las niñas tienen miedo de estar solas
Las mujeres lo utilizan como tiempo para su crecimiento personal
Las niñas ignoran alos buenos hombres
Las mujeres ignoran a los malos
Las niñas te hacen ke vuelvas a casa
Las mujeres hacen ke quieras volver a casa
Las niñas dejan su agenda abierta y esperan a ke su hombre hable para hacer planes
Las mujeres hacen sus planes y cariñosamente notifican a los hombres para ke ellos se integren como mejor les convenga
Las niñas monopolizan el tiempo de su hombre
Las mujeres se dan cuenta de ke un poco de espacio,hace del tiempo juntos algo mas especial
Las niñas creen ke un hombre ke llora es débil
Las mujeres ofrecen su hombro y un pañuelo
Las niñas lastimadas por un hombre, hacen que todos los hombres paguen por eso.
Las mujeres saben que fue sólo un hombre.
Las niñas se enamoran y persiguen sin descanso.
Las mujeres saben que algunas veces el que tu amas,no te amará y continúan su camino sin rencor.
Las niñas leerán esto y harán una mueca.
Las mujeres lo pasarán a otras mujeres maduras.
En fin, tú decide niña o mujer.
Esto no es un inventario de sucesos ,ni siquiera la descripción notarial de la naturaleza
Es un viaje por mis pensamientos , una deriva por mis emociones , una caminata por el mundo que entiendo.
Ayer releí un poquito de Pappini . Que fiesta de la mente con eso!
Las mismas cosas , las ideas mas extremas.Las otra cosas y tira una polémica.
Hace años leí su "filosofía:la otra mitad" y me reconocí de nuevo entre esos conceptos
Me salí de eso para el mundano razonamiento
Un mundo que fluye aburrido , penoso . avergonzante frente nuestro.... Pero en nuestra mente ese mundo es cono queramos
Una prostituta es una mujer , sexo pagado es placer , ignorancia es osadía , lo inaceptable es un desafió , una equivocacion es una oportunidad
Todo puede tener otra visión
Me he cansado de escuchar que los varones somos lo nefasto del mundo , la mujer tiene una innata nobleza que se manifiesta cuando se enamoran de un elemento de la raza masculina que jamas (ninguno de ellos) valdrá lo suficiente para pagar el pecado que comete esa mujer . Y mujer cualquiera eh! , santa , puta , sabia , ignorante , fea , bella , buena mala , no importa , se propone como regla general.
Aveces lo veo con ironía , aveces no puedo contener mi análisis , aveces .... no quiero juzgar ya lo hice mucho y cause daño
Pero no puedo dejar de analizar , si a los seres humanos le sacáramos las capas de conocimiento , experiencia , aprendizaje etc solo quedaría el animal frente nuestro
Un varón una mujer .... dos elementos necesarios para que el mundo sea hoy (miles antes , miles después ) lo que es .Los varones machos que aportas sus espermatozoides para que las hembras tengan crías . Las mujeres que aportan sus óvulos para que se generen las crias.
La hembra es quien aporta su cuerpo para que una nueva criatura nazca. El macho no es necesario en esta parte. La hembra transforma su cuerpo durante 9 meses y con riesgo pare al nuevo ser. El macho no es participe necesario en esto Con una nueva criatura en el mundo la hembra tendera a protegerla durante su crecimiento rara vez la hembra abandona su cría. La hembra puede ser hasta peligrosa para sus crías aunque generalmente eso no pasa. El macho procreador no es imprescindible en esta etapa
Que sucedió entonces , una hembra puede convertir la gestacion de su cría como una cosa propia y excluir al macho .Aveces lo deja participar , pero hasta la gestacion el macho solo observa la panza que crece , el cuerpo que se transforma ;en realidad lo único que el macho puede hacer es mantener satisfecha a esa hembra preñada , nada mas.
Y como se satisface a una hembra preñada ? Cumpliendo caprichos? , previendo la comodidad de ella ?
aveces es algo incomprensible y solo puede aportar no estando
Y empieza el odioso circulo : que le pasa al macho mientras el cuerpo de ella se ha transformado ?, mientras la vida crece dentro de ella ? .
Nada nuevo ,
pasa lo de siempre solo que ahora hay una visión mas justificada de la naturaleza hembra de la mujer que gesta una vida. La hembra ha sentido el cambio real de su vida. El macho se imagina como es eso y espera con ansiedad intuir como eso le cambiara la vida.
Algunos no soportan esto , porque como la vida sigue igual para ellos , solo se han aumentado exigencias
algunos descubren que son incompetentes.
La naturaleza no hace igual a todos , algunos descubren que para seguir en lo que creían su mundo normal , lo mejor es la huida
Y entonces , infamemente huyen
Es un viaje por mis pensamientos , una deriva por mis emociones , una caminata por el mundo que entiendo.
Ayer releí un poquito de Pappini . Que fiesta de la mente con eso!
Las mismas cosas , las ideas mas extremas.Las otra cosas y tira una polémica.
Hace años leí su "filosofía:la otra mitad" y me reconocí de nuevo entre esos conceptos
Me salí de eso para el mundano razonamiento
Un mundo que fluye aburrido , penoso . avergonzante frente nuestro.... Pero en nuestra mente ese mundo es cono queramos
Una prostituta es una mujer , sexo pagado es placer , ignorancia es osadía , lo inaceptable es un desafió , una equivocacion es una oportunidad
Todo puede tener otra visión
Me he cansado de escuchar que los varones somos lo nefasto del mundo , la mujer tiene una innata nobleza que se manifiesta cuando se enamoran de un elemento de la raza masculina que jamas (ninguno de ellos) valdrá lo suficiente para pagar el pecado que comete esa mujer . Y mujer cualquiera eh! , santa , puta , sabia , ignorante , fea , bella , buena mala , no importa , se propone como regla general.
Aveces lo veo con ironía , aveces no puedo contener mi análisis , aveces .... no quiero juzgar ya lo hice mucho y cause daño
Pero no puedo dejar de analizar , si a los seres humanos le sacáramos las capas de conocimiento , experiencia , aprendizaje etc solo quedaría el animal frente nuestro
Un varón una mujer .... dos elementos necesarios para que el mundo sea hoy (miles antes , miles después ) lo que es .Los varones machos que aportas sus espermatozoides para que las hembras tengan crías . Las mujeres que aportan sus óvulos para que se generen las crias.
La hembra es quien aporta su cuerpo para que una nueva criatura nazca. El macho no es necesario en esta parte. La hembra transforma su cuerpo durante 9 meses y con riesgo pare al nuevo ser. El macho no es participe necesario en esto Con una nueva criatura en el mundo la hembra tendera a protegerla durante su crecimiento rara vez la hembra abandona su cría. La hembra puede ser hasta peligrosa para sus crías aunque generalmente eso no pasa. El macho procreador no es imprescindible en esta etapa
Que sucedió entonces , una hembra puede convertir la gestacion de su cría como una cosa propia y excluir al macho .Aveces lo deja participar , pero hasta la gestacion el macho solo observa la panza que crece , el cuerpo que se transforma ;en realidad lo único que el macho puede hacer es mantener satisfecha a esa hembra preñada , nada mas.
Y como se satisface a una hembra preñada ? Cumpliendo caprichos? , previendo la comodidad de ella ?
aveces es algo incomprensible y solo puede aportar no estando
Y empieza el odioso circulo : que le pasa al macho mientras el cuerpo de ella se ha transformado ?, mientras la vida crece dentro de ella ? .
Nada nuevo ,
pasa lo de siempre solo que ahora hay una visión mas justificada de la naturaleza hembra de la mujer que gesta una vida. La hembra ha sentido el cambio real de su vida. El macho se imagina como es eso y espera con ansiedad intuir como eso le cambiara la vida.
Algunos no soportan esto , porque como la vida sigue igual para ellos , solo se han aumentado exigencias
algunos descubren que son incompetentes.
La naturaleza no hace igual a todos , algunos descubren que para seguir en lo que creían su mundo normal , lo mejor es la huida
Y entonces , infamemente huyen
martes, 4 de junio de 2013
deja de mirar
veni y amame
deja de mentir
veni y ahogate en la basura
en la verdad hedionda alrededor
Deja la complejidad
yo te invito a la simpleza
sin midedo de sufrir
total para que sirve?
sin miedo de perderte
porque ya estabass perdida
deja de mirar
veni y soltate
sin verguenza ,sin astucia
deja de mirar
sumate al crimen
veni y amame
deja de mentir
veni y ahogate en la basura
en la verdad hedionda alrededor
Deja la complejidad
yo te invito a la simpleza
sin midedo de sufrir
total para que sirve?
sin miedo de perderte
porque ya estabass perdida
deja de mirar
veni y soltate
sin verguenza ,sin astucia
deja de mirar
sumate al crimen
lunes, 3 de junio de 2013
quisiera poder escribri otras cosas , pero esoy impactado todavia por ella.
Entonces solo puedo volver y volver siempre con el mismo tema.
Me hace sentir vulnerable , inseguro , etc
Tantas cosas que no conozco y no se si son las mas importantes !
Ella no elude respuestas pero miente las respuestas a unos
ella elude mis preguntas y aveces me miente
Cual esta peor ellos , yo ella ?
Entonces solo puedo volver y volver siempre con el mismo tema.
Me hace sentir vulnerable , inseguro , etc
Tantas cosas que no conozco y no se si son las mas importantes !
Ella no elude respuestas pero miente las respuestas a unos
ella elude mis preguntas y aveces me miente
Cual esta peor ellos , yo ella ?
jueves, 23 de mayo de 2013
Hoy de nuevo , creo en la vida
Solo si tu quieres
Sergio Dalma
Solo si tu quieres me pinto las manos
me amarro los pies y me lanzo al océano
dispuesto a ocupar caracolas vacías
si el aire me falta
respiro poesía
me amarro los pies y me lanzo al océano
dispuesto a ocupar caracolas vacías
si el aire me falta
respiro poesía
Solo si tu quieres me pego a tu lado
con el pegamento de un beso mojado
me invento una noche de las atrevidas
si el aire me falta respiro tu vida
con el pegamento de un beso mojado
me invento una noche de las atrevidas
si el aire me falta respiro tu vida
Déjame decirte amiga que si tu no estuvieras no respiraría
el corazón
sería una casa vacía
Déjame decirte amiga que si no me quisieras no respiraría
esta canción
ni siquiera existiría
el corazón
sería una casa vacía
Déjame decirte amiga que si no me quisieras no respiraría
esta canción
ni siquiera existiría
Solo si tu quieres te pinto desnuda
me sobran papeles, pinceles, pintura
tu piel es un mapa que alumbra la luna
se apagan las luces te pintaré a oscuras
me sobran papeles, pinceles, pintura
tu piel es un mapa que alumbra la luna
se apagan las luces te pintaré a oscuras
Solo si tu quieres te doy lo que sabes
mis labios son tuyos tu tienes la llave
yo sigo buscando ocasiones dormidas
si faltan canciones te presto las mías
mis labios son tuyos tu tienes la llave
yo sigo buscando ocasiones dormidas
si faltan canciones te presto las mías
Déjame decirte amiga que si tu no estuvieras no respiraría
el corazón
sería una casa vacía
Déjame decirte amiga que si no me quisieras no respiraría
esta canción
ni siquiera existiría
el corazón
sería una casa vacía
Déjame decirte amiga que si no me quisieras no respiraría
esta canción
ni siquiera existiría
Déjame decirte amiga que si tu no estuvieras no respiraría
el corazón
sería una casa vacía
Déjame decirte amiga que si no me quisieras no respiraría
esta canción
ni siquiera existiría
el corazón
sería una casa vacía
Déjame decirte amiga que si no me quisieras no respiraría
esta canción
ni siquiera existiría
Solo si tu quieres me pinto las manos
me amarro los pies y me lanzo al océano
dispuesto a ocupar caracolas vacías
si el aire me falta
respiro poesía.
me amarro los pies y me lanzo al océano
dispuesto a ocupar caracolas vacías
si el aire me falta
respiro poesía.
martes, 21 de mayo de 2013
miércoles, 3 de abril de 2013
Doble vida no es dos vidas;
eso seria generoso.
Doble vida es vida a medias
Una vida de mentiras
y la otra de mas mentiras
Mentiras piadosas , verdades odiosas
mentiras odiosas , verdades piadosas
Energía malgastada en ocultar verdades
y mentir mentiras
Ni siquiera fantasía , ni paralelismo
Doble vida no es dos vidas ;
es la vergüenza oscura de una
y el fracaso atroz de la otra
Doble vida es la mentira
complicada de dos maneras
Se la verdad
Se de una vida !
En el dolor del aturdido
Sin saber que quedara despues de entonces
apuesto a que lo veas demasiado tarde
eso seria generoso.
Doble vida es vida a medias
Una vida de mentiras
y la otra de mas mentiras
Mentiras piadosas , verdades odiosas
mentiras odiosas , verdades piadosas
Energía malgastada en ocultar verdades
y mentir mentiras
Ni siquiera fantasía , ni paralelismo
Doble vida no es dos vidas ;
es la vergüenza oscura de una
y el fracaso atroz de la otra
Doble vida es la mentira
complicada de dos maneras
Se la verdad
Se de una vida !
En el dolor del aturdido
Sin saber que quedara despues de entonces
apuesto a que lo veas demasiado tarde
martes, 19 de febrero de 2013
El enamorado . j.L. Borges
Lunas, marfiles, instrumentos, rosas,
lámparas y la línea de Durero,
las nueve cifras y el cambiante cero,
debo fingir que existen esas cosas.
Debo fingir que en el pasado fueron
Persépolis y Roma y que una arena
sutil midió la suerte de la almena
que los siglos de hierro deshicieron.
Debo fingir las armas y la pira
de la epopeya y los pesados mares
que roen de la tierra los pilares.
Debo fingir que hay otros. Es mentira.
Sólo tú eres. Tú, mi desventura
y mi ventura, inagotable y pura.
Lee todo en: El enamorado - Poemas de Jorge Luis Borges http://www.poemas-del-alma.com/el-enamorado.htm#ixzz2LNaZCZP5
Lunas, marfiles, instrumentos, rosas,
lámparas y la línea de Durero,
las nueve cifras y el cambiante cero,
debo fingir que existen esas cosas.
Debo fingir que en el pasado fueron
Persépolis y Roma y que una arena
sutil midió la suerte de la almena
que los siglos de hierro deshicieron.
Debo fingir las armas y la pira
de la epopeya y los pesados mares
que roen de la tierra los pilares.
Debo fingir que hay otros. Es mentira.
Sólo tú eres. Tú, mi desventura
y mi ventura, inagotable y pura.
Lee todo en: El enamorado - Poemas de Jorge Luis Borges http://www.poemas-del-alma.com/el-enamorado.htm#ixzz2LNaZCZP5
viernes, 8 de febrero de 2013
miércoles, 23 de enero de 2013
Solo
ya ni se cuantas veces
quede solo
en el exilio
Lejos de la amada
fuera de todo
Es que si existe el destino
prefijado
soy un renegado reincidente
y la rebelión (creo)
me ha costado.
¿Porque si no quiero el dolor
no quiero la tristeza ?
¿Porque siempre
termino igual ?
tan desolado
Maldito renegado
solo quise vivir
el amor de una mujer
que todavía no conozco.
Solo quise ver
la fiesta del amor
desde mas cerca
Solo me queda ver
como los días pasan
solo me queda ser
el rebelde que al buscar amor
hace que otros lo encuentren.
solo me toca escribir
como es ese hueco en el pecho,
el abismo en el estomago.
Solo me queda soñar
ya ni se cuantas veces
quede solo
en el exilio
Lejos de la amada
fuera de todo
Es que si existe el destino
prefijado
soy un renegado reincidente
y la rebelión (creo)
me ha costado.
¿Porque si no quiero el dolor
no quiero la tristeza ?
¿Porque siempre
termino igual ?
tan desolado
Maldito renegado
solo quise vivir
el amor de una mujer
que todavía no conozco.
Solo quise ver
la fiesta del amor
desde mas cerca
Solo me queda ver
como los días pasan
solo me queda ser
el rebelde que al buscar amor
hace que otros lo encuentren.
solo me toca escribir
como es ese hueco en el pecho,
el abismo en el estomago.
Solo me queda soñar
martes, 8 de enero de 2013
Aveces no se (Cesar)
No se aveces
que quiero ser,
o como
Un arrollador tornado
de la joven primavera
o una laguna tranquila
de agua mansa y protectora
Nunca se
como estar delante de ella
y entonces solo puedo
ser lo que soy , lo que me queda
Enamorado aluvión?
amante sin ilusión?
que quiero ser o no ser ?
Esa es mi cuestión !
porque todavía sueño ,
porque todavía quiero,
porque soy hombre mortal ,
efímero,
desordenado,
sexual,
duro /suave
persistente
enamorado
de una rosa
Y ella es mortal
efímera ,sensual
esquiva
escondedora
sexual
sonriente
distante
desconectada
inolvidable
delicada
como una rosa
La rosa que me hizo volver
desde el planeta lejano
de mi exilio.
Volver
desde el fondo oscuro del océano
protector que me cubría
La rosa delicada
que despertó mi corazón anestesiado
No se aveces que soy:
un jardín para esa rosa ,
un jardinero de esa flor,
o la brisa imperceptible
que sin querer difunde
por mil rincones
su perfume sin igual
sin ningún destino
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